Pedro Calderón de la Barca

"El mágico prodigioso"

PERSONAS

CIPRIANO, galán primero

EL DEMONIO

LELIO, galán segundo

FLORO, galán tercero

MOSCÓN, gracioso

CLARÍN, gracioso

EL GOBERNADOR DE ANTIOQUÍA

LISANDRO, viejo

JUSTINA

LIVIA, criada

CELIO, criado

FABIO, criado

JORNADA PRIMERA

(Bosque cerca del mar. Se ven las torres de Antioquía, próxima)

Salen CIPRIANO, vestido de estudiante; CLARÍN y MOSCÓN, de gorrones con unos libros

CIPRIANO

En la amena soledad

de aquesta apacible estancia,

de flores, rosas y plantas,

podéis dejarme, dejando

conmigo(que ellos me bastan

por compañía) los libros

que os mandé sacar de casa;

que yo, en tanto que Antioquía

celebra con fiestas tantas

la fábrica dese templo

que hoy a Júpiter consagra,

y su traslación, llevando

públicamente su estatua

adonde con más decoro

y honor esté colocada,

huyendo del gran bullicio

que hay en sus calles y plazas,

pasar estudiando quiero

la edad que al día le falta.

Idos los dos a Antioquía,

gozad de sus fiestas varias,

y volved por mí a este sitio

cuando el sol cayendo vaya

a sepultarse en las ondas,

que entre oscuras nubes pardas

al gran cadáver de oro

son monumentos de plata.

Aquí me hallaréis.

MOSCÓN

No puedo

aunque tengo mucha gana

de ver las fiestas, dejar

de decir, antes que vaya

a verlas, señor, siquiera

cuatro o cinco mil palabras.

¿Es posible que en un día

de tanto gusto, de tanta

festividad y contento,

con cuatro libros te salgas

al campo solo, volviendo

a su aplauso las espaldas?

CLARÍN

Hace mi señor muy bien;

que no hay cosa más cansada

que un día de procesión

entre cofadres y danzas.

MOSCÓN

En fin, Clarín, y en principio,

viviendo con arte y maña,

eres un temporalazo

lisonjero, pues alabas

lo que hace, y nunca dices

lo que sientes.

CLARÍN

Tú te engañas

(que es el mentís más cortés

que se dice cara a cara),

que yo digo lo que siento.

CIPRIANO

Ya basta, Moscón; ya basta,

Clarín. ¡Que siempre los dos

habéis con vuestra ignorancia

de estar porfiando, y tomando

uno de otro la contraria!

Idos de aquí, y(como digo)

me buscaréis cuando caiga

la noche, envolviendo en sombras

esta fábrica gallarda

del universo.

MOSCÓN

¿Qué va,

que aunque defendido hayas

que es bueno no ver las fiestas,

que vas a verlas?

CLARÍN

Es clara

consecuencia: nadie hace

lo que aconseja que hagan

los otros.

MOSCÓN

(Ap.) Por ver a Livia,

vestirme quisiera de alas.(Vase.)

CLARÍN

(Ap.) Aunque, si digo la verdad,

Livia es la que me arrebata

los sentidos. Pues ya tienes

más de la mitad andada

del camino; llega, Livia,

al na, y sé, Livia, liviana.(Vase.)

CIPRIANO

Ya estoy solo, ya podré,

si tanto mi ingenio alcanza,

estudiar esta cuestión

que me trae suspensa el alma,

desde que en Plinio leí

con misteriosas palabras

la definición de Dios;

porque mi ingenio no halla

ese Dios en quien convengan

misterio ni señas tantas.

Esta verdad escondida

he de apurar.

Sale EL DEMONIO, de galán, y lee CIPRIANO

DEMONIO

(Ap.) Aunque hagas

más discursos, Ciprïano,

no has de llegar a alcanzarla,

que yo te la esconderé.

CIPRIANO

Ruido siento en estas ramas.

¿Quién va? ¿Quién es?

DEMONIO

Caballero

un forastero es, que anda

en este monte perdido

desde toda esta mañana,

tanto que rendido ya

el caballo, en la esmeralda

que es tapete destos montes,

a un tiempo pace y descansa.

A Antioquia es el camino

a negocios de importancia;

y apartándome de toda

la gente que me acompaña,

divertido en mis cuidados

(caudal que a ninguno falta).

perdí el camino y perdí

criados y camaradas.

CIPRIANO

Mucho me espanto de que

tan a vista de las altas

torres de Antioquía, así

perdido andéis. No hay de cuantas

veredas a aqueste monte

o le línean o le pautan,

una que a dar en sus muros,

como en su centro, no vaya:

por cualquiera que toméis,

vais bien.

DEMONIO

Ésta es la ignorancia,

a la vista de las ciencias,

no saber aprovecharlas.

Y supuesto que no es bien

que entre yo en ciudad extraña,

donde no soy conocido,

solo y preguntando, hasta

que la noche venza al día,

aquí estaré lo que falta;

que en el traje y en los libros

que os divierten y acompañan,

juzgo que debéis de ser

grande estudiante, y el alma

esta inclinación me lleva

de los que en estudios tratan.(Siéntase.)

CIPRIANO

¿Habéis estudiado?

DEMONIO

No;

pero sé lo que me basta

para no ser ignorante.

CIPRIANO

Pues ¿qué ciencia sabéis?

DEMONIO

Hartas

CIPRIANO

Aun estudiándose una

mucho tiempo, no se alcanza,

¿y vos(¡grande vanidad!)

sin estudiar sabéis tantas?

DEMONIO

Sí, que de una patria soy

donde las ciencias más altas

sin estudiarse se saben.

CIPRIANO

¡Oh, quién fuera de esa patria!,

que acá, mientras más se estudia,

más se ignora.

DEMONIO

Verdad tanta

es ésta, que sin estudios

tuve tan grande arrogancia

que a la cátedra de prima

me opuse, y pensé llevarla,

porque tuve muchos votos;

y aunque la perdí, me basta

haberlo intentado; que hay

pérdidas con alabanza.

Si no lo queréis creer,

decid qué estudiáis, y vaya

de argumento; que aunque, no

sé la opinión que os agrada,

y ella sea la segura,

yo tomaré la contraria.

CIPRIANO

Mucho me huelgo de que

a eso vuestro ingenio salga.

Un lugar de Plinio es

e1 que me trae con mil ansias

de entenderle, por saber

quién es el Dios de quien habla.

DEMONIO

Ése es un lugarque dice

(bien me acuerdo) estas palabras:

"Dios es una bondad suma,

una esencia, una sustancia,

todo vista, todo manos".

CIPRIANO

Es verdad.

DEMONIO

¿Qué repugnancia

hallas en esto?

CIPRIANO

No hallar

el Dios de quien Plinio trata;

que si ha de ser bondad suma,

aun a Júpiter le falta

suma bondad, pues le vemos

que es pecaminoso en tantas

ocasiones: Dánae hable

rendida, Europa robada.

Pues ¿cómo en suma bondad,

cuyas acciones sagradas

habían de ser divinas,

caben pasiones humanas?

DEMONIO

Ésas son falsas historias

en que las letras profanas

con los nombres de los dioses

entendieron disfrazada

la moral filosofía

CIPRIANO

Esa respuesta no basta,

pues el decoro de Dios

debiera ser tal, que osadas

no llegaran a su nombre

las culpas, aun siendo falsas.

Y apurando más el caso,

si suma bondad se llaman

los dioses, siempre es forzoso

que a querer lo mejor vayan;

pues ¿cómo unos quieren uno,

y otros otro? Esto se halla

en las dudosas respuestas

que suelen dar sus estatuas.

Porque no digáis después

que alegué letras profanas...

A dos ejércitos, dos

ídolos una batalla

aseguraron, y el uno

la perdió: ¿no es cosa clara

la consecuencia de que

dos voluntades contrarias

no pueden a un mismo fin

ir? Luego yendo encontradas,

es fuerza, si la una es buena,

que la otra ha de ser mala.

Mala voluntad en Dios

implica el imaginarla:

luego no hay suma bondad

en ellos, si unión les falta.

DEMONIO

Niego la mayor, porque

aquesas respuestas dadas

así, convienen a fines

que nuestro ingenio no alcanza,

que es la providencia; y más

debió importar la batalla

al que la perdió el perderla,

que al que la ganó el ganarla.

CIPRIANO

Concedo; pero debiera

aquel Dios, pues que no engañan

los dioses, no asegurar

la victoria; que bastaba

la pérdida de permitir

allí, sin asegurarla.

Luego si Dios todo es vista,

cualquiera Dios viera clara

y distantemente el fin;

y al verle, no asegurara

el que no había de ser; luego

aunque sea deidad tanta,

distinta en personas, debe

en la menor circunstancia

ser una sola en esencia.

DEMONIO

Importó para esa causa

mover así los afectos

con su voz.

CIPRIANO

Cuando importara

el moverlos, genios hay

(que buenos y malos llaman

todos los doctos), que son

unos espíritus que andan

entre nosotros, dictando

las obras buenas y malas,

argumento que asegura

la inmortalidad del alma;

y bien pudiera ese Dios,

con ellos, sin que llegara

a mostrar que mentir sabe,

mover efectos.

DEMONIO

Repara

en que esas contrariedades

no implican al ser las sacras

deidades una, supuesto

que en las cosas de importancia

nunca disonaron. Bien

en la fábrica gallarda

del hombre se ve, pues fué

sólo un concepto al obrarla.

CIPRIANO

Luego si ése fué uno sólo,

ése tiene más ventaja

a los otros; y si son

iguales, puesto que hallas

que se pueden oponer

(ésta no puedes negarla)

en algo, al hacer el hombre

cuando el uno lo intentara

pudiera decir el otro;

"No quiero yoque se haga."

Luego si Dios todo es manos,

cuando el uno le criara

el otro le deshiciera.

Pues eran manos entrambas

iguales en el poder,

desiguales en la instancia,

¿quién venciera destos dos?

DEMONIO

Sobre imposibles y falsas

proposiones, no hay

argumento. Di, ¿qué sacas

deso?

CIPRIANO

Pensar que hay un Dios,

suma bondad, suma gracia,

todo vista, todo manos

infalible, que no engaña,

superior, que no compite,

Dios a quien ninguno iguala,

un principio sin principio,

una esencia, una sustancia,

un poder y un querer sólo;

y cuando como éste haya

una, dos o más personas,

una deidad soberana

ha de ser una sola esencia,

causa de todas las causas.

DEMONIO

¿Cómo te puedo negar(Levántase)

una evidencia tan clara?

CIPRIANO

¿Tanto lo sentís?

DEMONIO

¿Quién deja

de sentir que otro le haga

competencia en el ingenio?

Y aunque responder no falta

dejo de hacerlo, porque

gente en este monte anda,

y es hora de que prosiga

a la ciudad mi jornada.

CIPRIANO

Id en paz.

DEMONIO

Quedad en paz.

(Ap.) Antes tanto tu estudio alcanza,

yo haré que el estudio olvides,

suspendido en una rara

beldad. Pues tengo licencia

de perseguir con mi rabia

a Justina, sacaré

de un efecto dos venganzas.(Vase.)

CIPRIANO

No vi hombre tan notable.

Mas pues mis criados tardan,

volver a repasar quiero

de tanta duda la causa.

(Vuelve a leer y) salen LELIO y FLORO

LELIO

No pasemos adelante;

que estas peñas, estas ramas

tan intrincadas, que al mismo

sol le defienden la entrada,

sólo pueden ser testigos

de nuestro duelo.

FLORO

La espada

sacad; que aquí son las obras,

si allá fueron las palabras.

LELIO

Ya. sé que en el campo, muda

la lengua de acero habla

el esta suerte.(Riñen.)

CIPRIANO

¿Qué es aquesto?

Lelio, tente; Floro, aparta;

que basta que esté yo en medio.

aunque esté en medio sin armas.

LELIO

¿De dónde, di, Ciprïano,

a embarazar mi venganza

has salido?

FLORO

¿Eres aborto

destos troncos y estas ramas?

Salen MOSCÓN y CLARÍN

MOSCÓN

Corre, que con mi señor

han sido las cuchilladas.

CLARÍN

Para acercarme a estas cosas

no suelo yo correr nada.

mas para apartarme, sí.

LOS DOS

Señor...

CIPRIANO

No habléis más palabras. -

Pues ¿qué es esto? Dos amigos,

que por su sangre y su fama

hoy son de toda Antioquía

los ojos y la esperanza

uno del gobernador

hijo, y otro de la clara

familia de los Colaltos

¡ansí aventuran y arrastran

dos vidas que pueden ser

de tanto honor a su patria!

LELIO

Ciprïano, aunque el respeto

que debo por muchas causas

a tu persona, este instante

tiene suspensa mi espada,

no la tienes reducida

a la quietud de la vaina

Tú sabes de ciencias más

que de duelos, y no alcanzas

que a dos nobles en el campo

no hay respeto que les haga

amigos, pues sólo es medio

morir uno en la demanda

FLORO

Lo mismo te digo, y ruego

que con tu gente te vayas

pues que riñendo nos dejas

sin traición y sinventaja. 370CIPRIANO

Aunque os parece que ignoro

por mi profesión las varias

leyes del duelo que estudia

el valor y la arrogancia

os engañáis; que nací

con obligaciones tantas

como los dos, a saber

qué es honor y qué es infamia.

Y no darme a los estudios

mis alientos acobarda;

que muchas veces se dieron

las manos, letras y armas.

Si el haber salido al campo

con haber reñido ya

es del reñir circunstancia,

esa calumnia se salva.

Y así, bien podéis decir

desta dependencia la causa:

que yo, si habiéndola oído,

reconociere al contarla

que alguno de los dos tiene

algo que se satisfaga,

de dejaros a los dos

solos, os doy la palabra.

LELIO

Pues con esa condición

de que en sabiendo la causa

nos has de dejar reñir,

yo me prefiero a contarla.

Yo quiero a una dama bien,

y Floro quiere a esta dama:

¡mira tú cómo podrás

convenirnos!, pues no hay traza

con que dos nobles celosos

den a partido sus ansias.

FLORO

Yo quiero a esta dama, y quiero

que no se atreva a mirarla

ni aun el sol, y pues no hay

medio aquí, y que la palabra

nos has dado de dejarnos

reñir, a un lado te aparta.

CIPRIANO

Esperad, que hay que saber

más. Decidme, ¿es esta dama

a la esperanza posible,

o imposible a la esperanza?

LELIO

Tan principal es, tan noble,

que si el sol celos causara

a Floro, aun dél no podría

tenerlos con justa causa,

porque presumo que el sol

aun no se atreve a mirarla.

CIPRIANO

¿Casáraste tú con ella?

FLORO

Ahí está mi confianza.

CIPRIANO

¿Y tú?

LELIO

¡Pluguiera a los cielos

que a tanta dicha llegara!,

que aunque es en extremo pobre,

la virtud por dote basta.

CIPRIANO

Pues si a casaros con ella

aspiráis los dos, ¿no es vana

acción, culpable e indigna,

querer antes disfamarla?

¿Qué dirá el mundo, si alguno

de los dos con ella casa

después de haber muerto al otro

por ella? Que aunque no haya

ocasión para decillo,

decillo sin ella basta.

No digo yo que os sufráis

el servirla y festejarla

a un tiempo, porque no quiero

que de mí partido salga

tan cobarde; que el galán

que de sus celos pasara

primero la contingencia,

pasará después la infamia

pero digo que sepáis

de cuál de los dos se agrada,

y luego...

LELIO

Detente, espera;

que es acción cobarde y baja

ir a que la dama diga

a quién escoge la dama.

Pues ha de escogerme a mí

o a Floro. Si a mí, me agrava

más el empeño en que estoy,

pues es otro empeño que haya

quien quiera a la que me quiere.

Si a Floro escoge, la saña

de que a otro quiera quien quiero,

es mayor: luego excusada

acción es que ella lo diga,

pues con cualquier circunstancia

hemos en apelación

de volver a las espadas:

el querido por suhonor,

y el otro por su venganza.

FLORO

Confieso que esa opinión

recibida es y asentada,

mas con las damas que amores

elegir y dejar tratan:

y así, hoy pedírsela intento

a su padre. Y pues me basta 470,

habiendo al campo salido,

haber sacado la espada

mayormente cuando hay,

quien el reñir embaraza,

con satisfacción bastante

la vuelvo, Lelio, a la vaina.

LELIO

En parte me ha convencido

tu razón; y aunque apurarla

pudiera, más quiero hacerme

de su parte, o cierta o falsa.

Hoy la pediré a su padre.

CIPRIANO

Supuesto que aquesta dama

en que los dos la sirváis

ella no aventura nada,

pues que confesáis los dos

su virtud y su constancia,

decidme quién es; que yo,

pues que tengo mano tanta

en la ciudad, por los dos

quiero preferirme a hablarla,

para que esté prevenida

cuando a eso su padre vaya.

LELIO

Dices bien.

CIPRIANO

¿Quién es?

FLORO

Justina,

de Lisandro hija.

CIPRIANO

Al nombrarla

he conocido cuán pocas

fueron vuestras alabanzas;

que es virtüosa y es noble.

Luego voy a visitarla.

FLORO

(Ap.) El cielo en mi favor mueva

su condición siempre ingrata.(Vase.)

LELIO

Corone amor, al nombrarme,

de laurel mis esperanzas.(Vase.)

CIPRIANO

¡Oh, quiera el cielo que estorbe

escándalos y desgracias!(Vase.)

MOSCÓN

¿Ha oído vuesa merced

que nuestro amo va a la casa

de Justina?

CLARÍN

Sí, señor

¿Qué hay, que vaya o que no vaya?

MOSCÓN

Hay que no tiene que hacer

allá usarced.

CLARÍN

¿Por qué causa?

MOSCÓN

Porque yo por Livia muero,

que es de Justina criada,

y no quiero que se atreva

ni el mismo sol a mirarla

CLARÍN

Basta, que no he de reñir

en ningún tiempo por dama

que ha de ser esposa mía.

MOSCÓN

Aquesa opinión me agrada,

y así es bien que diga ella

quién la obliga, o quién la cansa.

Vámonos allá los dos,

y escoja.

CLARÍN

De buena gana,

aunque ha de escogerte temo.

MOSCÓN

¿Ya tienes deso confianza?

JUSTINA

Sí, que lo peor escogen

siempre las Livias ingratas.(Vanse.)

(En casa de Lisandro)

Salen JUSTINA y LISANDRO

JUSTINA

No me puedo consolar

de haber hoy visto, señor,

el torpe, el común error

con que todo ese lugar

templo consagra y altar

a una imagen que no pudo

ser deidad, pues que no dudo

que al fin, si algún testimonio

da de serlo, es el demonio,

que da aliento a un bronce mudo

LISANDRO

No fueras, bella Justina,

quien eres, si no lloraras,

sintieras y lamentaras

esa tragedia, esa ruina

que la religión divina

de Cristo padece hoy.

JUSTINA

Es cierto, pues al fin soy

hija tuya, y no lo fuera

si llorando no estuviera

ansias que mirando estoy.

LISANDRO

¡Ay, Justina!, no ha nacido

de ser tú mi hija, no,

que no soy tan feliz yo.

Mas ¡ay Dios! ¿cómo he rompido

secreto tan escondido?

Afecto del alma fué.

JUSTINA

¿Qué dices, señor?

LISANDRO

No sé

Confuso, estoy y turbado.

JUSTINA

Muchas veces te he escuchado

lo que ahora te escuché,

y nunca quise, señor,

a costa de un sufrimiento,

apurar tu sentimiento,

niexaminar mi dolor;

pero viendo que es error

que de entenderte no acabe,

aunque sea culpa grave;

que partas, señor, te pido,

tu secreto con mi oído,

ya que en tu pecho no cabe.

LISANDRO

Justina, de un gran secreto

el efecto te callé,

la edad que tienes, porque

siempre he tenido el efeto;

mas viéndote ya sujeto

capaz de ver y advertir,

y viéndome a mi que al ir

con este báculo dando

en la tierra, ir es llamando

a las puertas del morir,

no te tengo de dejar

con esta ignorancia, no,

porque no cumpliera yo

... mi obligación con callar:

y así, atiende a mi pesar

tu placer.

JUSTINA

Conmigo lucha

un temor.

LISANDRO

Mi pena es mucha

pero esto es Ley y razón

JUSTINA

Señor, desta confusión

me rescata.

LISANDRO

Pues escucha.

Yo soy, hermosa Justina,

Lisandro... No de que empiece

desde mi nombre te admires;

que aunque ya sabes que es éste,

por lo que sigue al nombre

es justo que te lo acuerde,

pues de mi no sabes más

que mi nombre solamente.

Lisandro soy, natural

de aquella ciudad en que siete

montes es hidra de piedra,

pues siete cabezas tiene;

de aquella que es silla hoy

del romano imperio, albergue

del cristiano a serlo, pues

Roma sólo lo merece.

En ella nací de humildes

padres, si es que nombre adquieren

de humildes los que dejaron

tantas virtudes por bienes.

Cristianos nacieron ambos,

venturosos descendientes

de algunos que con su sangre

rubricamos felizmente

las fatigas de la vida

con los triunfos de la muerte.

En la religión cristiana

crecí industriado de suerte,

que en su defensa daré

la vida una y muchas veces.

Joven era, cuando a Roma

llegó encubierto el prudente

Alejandro, papa nuestro,

que la apostólica sede

gobernaba, sin tener

donde tenerla pudiese;

que como la tiranía

de los gentiles crueles

su sed apaga con sangre

de la que a mártires vierte,

hoy la primitiva Iglesia

ocultos sus hijos tiene;

no porque el morir rehusan,

no porque el martirio temen,

sino porque de una vez

no acabe el rigor rebelde

con todos, y destruída

la Iglesia, en ella no quede

quien catequice al gentil,

quien le predique y le enseñe.

A Roma, pues, Alejandro

llegó; y yendo oculto a verle

recibí su bendición,

y de su mano clemente

todos los órdenes sacros,

a cuya dignidad tiene

envidia el ángel, pues sólo

el hombre serlo merece.

Mandóme Alejandro, pues,

que a Antioquía me partiese

a predicar de secreto

la ley de Cristo. Obediente,

peregrinando a merced

de tantas diversas gentes,

a Antioquia vine; y cuando

desde aquesos eminentes

montes llegué a descubrir

sus dorados chapiteles,

el sol me faltó, y llevando

tras sí el día, por hacerme

compañía me dejó

a que le sostituyese[n]

las estrellas, como en prendas

de que presto vendría a verme.

Con el sol perdí el camino,

y vagando tristemente

en lo intrincado del monte,

me hallé en un ocultoalbergue,

donde los trémulos rayos

de tanta antorcha viviente,

aun no se dejaban ya

ver, porque confusamente

servían de nubes pardas

las que fueron hojas verdes.

Aquí, dispuesto a esperar

que otra vez el sol saliese,

dando a la imaginación

la jurisdicción que tiene,

con las soledades hice

mil discursos diferentes.

Desta suerte, pues, estaba,

cuando, de un suspiro leve

el eco mal informado,

la mitad al dueño vuelve.

Retraje al oído todos

mis sentidos juntamente,

y volví a oir más distinto

aquel aliento y más débil,

mudo idioma de los tristes,

pues con él sólo se entienden.

De mujer en el gemido,

a cuyo aliento sucede

la voz de un hombre, que a media

voz decía desta suerte:

"Primer mancha de la sangre

más noble, a mis manos muere,

antes que a morir a manos

de infames verdugos llegues".

La infeliz mujer decía

en medias razones breves:

"Duélete tú de tu sangre,

ya que de mi no te dueles."

Llegar pretendí yo entonces

a estorbar rigor tan fuerte;

mas no pude, porque al punto

las voces se desvanecen,

y vi al hombre en un caballo

que entre los troncos se pierde.

Imán fué de mi piedad

la voz, que ya balbuciente

y desmayada decía,

gimiendo y llorando a veces:

"Mártir muero, pues que muero

por cristiana y inocente";

y siguiendo de la voz

el norte, en espacio breve

llegué donde una mujer,

que apenas dejaba verse,

estaba a brazo partido

luchando ya con la muerte.

Apenas me sintió, cuando

dijo, esforzándose: "Vuelve,

sangriento homicida mío;

ni aun este instante me dejes

de vida. - No soy(le dije)

sino quien acaso viene.

quizá del cielo guiado,

a valeros en tan fuerte

ocasión. - Ya que imposible

es(dijo) el favor que ofrece

vuestra piedad a mi vida,

pues por puntos fallece,

lógrese en esa infelice.

en quien hoy el cielo quiere,

naciendo de mi sepulcro,

que mis desdichas herede".

Y espirando, vi...

Sale LIVIA

LIVIA

Señor,

el mercader a quien debes

aquel dinero, a buscarte

hoy con la justicia viene.

Que no estás en casa, dije:

por esotra puerta vete.

JUSTINA

¡Cuánto siento que a estorbarte

en aquesta ocasión llegue,

que estaba a tu relación

vida alma y razón pendientes!

Mas vete ahora, señor.

la justicia no te encuentre.

¡Ay de mi! ¡Qué desaires

la necesidad padece!(Vase.)

LISANDRO

Sin duda entran hasta aquí,

porque siento ahí fuera gente.

LIVIA

No son ellos; Ciprïano

es.

JUSTINA

Pues ¿qué es lo que pretende

Ciprïano aquí?

Salen CIPRIANO, CLARÍN y MOSCÓN

CIPRIANO

Serviros

mi deseo es solamente.

Viendo salir la justicia

de vuestra casa, se atreve

a entrar aquí mi amistad,

por lo que a Lisandro debe,

a sólo saber(Ap. Turbado

estoy.) si acaso(Ap. ¡Qué fuerte

hielo discurre mis venas!)

en algo serviros puede

mi deseo.(Ap. ¡Qué mal dije!,

que no es hielo, fuego es éste.)

JUSTINA

Guárdeos el cielo mil años;

que en mayores intereses

habéis de honrar a mi padre

convuestros favores.CIPRIANO

Siempre

estaré para serviros.

(Ap. ¿Qué me turba y enmudece?)

JUSTINA

El ahora no está en casa.

CIPRIANO

Luego bien, señora, puede

mi voz decir la ocasión

que aquí me trae, claramente;

que no es la que habéis oído

la que sola a entrar me mueve

a veros.

JUSTINA

Pues ¿qué mandáis?

CIPRIANO

Que me oigáis. Yo seré breve.

Hermosísima Justina,

en quien hoy ostenta ufana

la naturaleza humana

tantas señas de divina:

vuestra quietud determina

hallar mi deseo este día;

pero ved que es tiranía,

como el efecto lo muestra

que os dé yo la quietud vuestra,

y vos me quitéis la mía.

Lelio, de su amor movido

(¡no vi amor más disculpado!);

Floro, de su amor llevado

(¡no vi error más permitido!),

el uno y el otro han querido

por vos matarse los dos:

por vos lo he estorbado(¡ay, Dios!);

pero ved que es error fuerte

que yo quite a otros la muerte

para que me la déis vos.

Por excusar el que hubiera

escándalo en el lugar,

de su parte os vengo a hablar

(¡oh nunca a hablaros viniera!),

porque vuestra elección fuera

árbitro de sus recelos,

y jüez de sus desvelos;

pero ved que es gran rigor

que yo componga su amor

y vos dispongáis mis celos.

Hablaros, pues, ofrecí,

señora, para que vos

escogierais de los dos

cuál queréis(¡infeliz fuí!)

que a vuestro padre(¡ay de mi!)

os pida. Aquesto pretendo;

pero ved(estoy muriendo)

que es injusto(estoy temblando)

que esté por ellos hablando

y que esté por mí sintiendo.

JUSTINA

De tal manera he extrañado

vuestra vil proposición,

que el discurso y la razón

en un punto me han faltado.

Ni a Floro ocasión he dado

ni a Lelio, para que así

vos os atreváis aquí:

y bien pudiérades vos

escarmentar en los dos

del rigor que vive en mí.

CIPRIANO

Si yo por haber querido

vos a alguno, pretendiera

vuestro favor, mi amor fuera

necio infame y mal nacido.

Antes por haber vos sido

firme roca a tantos mares,

os quiero, y en los pesares

no escarmiento de los dos;

que yo no quiero que vos

me queráis por ejemplares.

¿Qué diré a Lelio?

JUSTINA

Que crea

los costosos desengaños

de un amor de tantos años.

CIPRIANO

¿Y a Floro?

JUSTINA

Que no me vea

CIPRIANO

¿Y a mí?

JUSTINA

Que osado no sea

vuestro amor.

CIPRIANO

¿Cómo, si es dios?

JUSTINA

¿Será más dios para vos

que para los dos ha sido?

CIPRIANO

Sí.

JUSTINA

Pues ya yo he respondido

a Lelio, a Floro y a vos

(Vanse los dos)

CLARÍN

Señora Livia

MOSCÓN

Señora

Livia.

CLARÍN

Aquí están los dos.

LIVIA

Pues ¿qué queréis vos? Y vos

¿qué queréis?

CLARÍN

Que usted ahora,

por si por dicha lo ignora,

sepa que bien la queremos.

Para matarnos nos vemos;

pero atentos a no dar

escándalo en el lugar,

que uno escoja pretendemos

LIVIA

Es tan grande el sentimiento

de que así me hayáis hablado,

que mi dolor me ha dejado

sin razón ni entendimiento.

¡Queuno escoja! ¿Hay sufrimiento

en lance tan importuno?

¡Uno yo! ¿Pues oportuno

no es para tener(¡ay Dios!)

este ingenio a un tiempo dos

que queréis que escoja uno?

CLARÍN

¿Dos a un tiempo, cómo quieres?

¿No te embarazarán dos?

LIVIA

No, que de dos en dos los

digerimos las mujeres.

MOSCÓN

¿De que suerte te prefieres

a eso?

LIVIA

¡Qué necia porfía!

queriéndôs la lealtad mía...

MOSCÓN

¿Cómo?

LIVIA

Alternative

CLARÍN

Pues

¿qué es alternative?

LIVIA

Es

querer a cada uno un día.(Vase)

MOSCÓN

Pues yo escojo este primero

CLARÍN

Mayor será el de mañana:

yo le doy de buena gana.

MOSCÓN

Livia, en fin, por quien yo muero,

hoy me quiere, y hoy la quiero.

Bien es que tal dicha goce.

CLARÍN

Oye usted, ya me conoce.

MOSCÓN

¿Por qué lo dice? Concluya.

CLARÍN

Porque sepa que no es suya,

en dando que den las doce.(Vase.)

En la calle en que vive Justina

Salen FLORO y LELIO

LELIO

(Para sí.) Apenas la oscura noche

extendió su manto negro,

cuando ya a adorar la esfera

de aquestos umbrales vengo;

que aunque hoy por Ciprïano

tengo suspenso el acero,

no el afecto; que no pueden

suspenderse los afectos.

FLORO

(Para si.) Aquí me ha de hallar el alba;

que en otra parte violento

estoy, porque en fin, en otro,

estoy fuera de mi centro.

¡Quiera amor que llegue el día

y la respuesta que espero

con Ciprïano, tocando

o la aventura o el riesgo!

LELIO

(Ap.) Ruido en aquella ventana

he sentido.

FLORO

(Ap.) Ruido han hecho

en aquel balcón.

El DEMONIO, al balcón

LELIO

(Ap.) Un bulto

sale dél, a lo que puedo

distinguir.

FLORO

(Ap.) Gente se asoma

a él, que entre sombras veo.

DEMONIO

(Para sí) Para las persecuciones

que hacer en Justina intento,

a disfamar su virtud

desta manera me atrevo.

(Baja por una escala.)

LELIO

(Ap.) Mas ¡ay, infeliz! ¡Qué miro!

FLORO

(Ap.) Pero ¡ay, infeliz! ¡Qué veo!

LELIO

(Ap.) El negro bulto se arroja

ya desde el balcón al suelo.

FLORO

(Ap.) Un hombre es, que de su casa

sale. No me matéis, celos,

hasta que sepa quién es.

LELIO

(Ap.) Reconocerle pretendo,

y averiguar de una vez

quién logra el bien que yo pierdo.

(Llegan el uno al otro con las espadas desnudas, y al llegar se hunden y quedan los dos afirmados.)

DEMONIO

(Para sí) No sólo he de conseguir

hoy de Justina el desprecio,

sino rencores y muertes

ya llegan: ábrase el centro,

dejando esta confusión

a sus ojos.(Húndese ahora.)

LELIO

Caballero,

quienquiera que seáis, a mí

me ha importado conoceros;

y a todo trance restado

con esta demanda vengo.

Decid quién sois.

FLORO

Si os obliga

a tan valiente despecho

saber en quién ha caído

vuestro amoroso secreto,

más que a vos el conocerme,

me importa a mí el conoceros;

que en vos es curiosidad,

y en mi más, porque son celos.

¡Vive Dios, que he de saber

quién es de la casa dueño,

y quién a estas horas gana,

por ese balcón saliendo,

lo que yo pierdo llorando

aestas rejas!LELIO

¡Bueno es eso,

querer deslumbrar ahora

la luz de mis sentimientos,

atribuyéndome a mi

delito que sólo es vuestro!

Quién sois tengo de saber,

y dar muerte a quien me ha muerto

de celos, saliendo ahora

por ese balcón.

FLORO

¡Qué necio

recato, encubrirse, cuando

está el amor descubriendo!

LELIO

En vano la lengua apura

lo que mejor el acero

hará.

FLORO

Con él os respondo.

LELIO

Quién ha sido, saber tengo,(Riñen.)

hoy el admitido amante

de Justina.

FLORO

Ése es mi intento

Moriré, o sabré quién sois.

Salen CIPRIANO, MOSCÓN y CLARÍN

CIPRIANO

Caballeros, deteneos,

si a aquesto puede obligaros

haber llegado a este tiempo.

FLORO

Nada me puede obligar

a que deje el fin que intento.

CIPRIANO

¿Floro?

FLORO

Sí, que con la espada

en la mano, nunca niego

mi nombre.

CIPRIANO

A tu lado estoy;

muera quien te ofende.

LELIO

Menos

que temer me daréis todos,

que él me daba solo.

CIPRIANO

¿Lelio?

LELIO

Sí.

CIPRIANO

Ya no estoy a tu lado,(A FLORO)

porque es fuerza estar en medio.

¿Qué es esto? ¡En un día dos veces

he de hallarme a componeros!

LELIO

Ésta la última será,

porque ya estamos compuestos;

que con haber conocido

quién es de Justina dueño,

no le queda a mi esperanza

ni aun el menor pensamiento.

Si no has hablado a Justina,

que no la hables te ruego

de parte de mis agravios

y mis desdichas, habiendo

visto que Floro merece

sus favores en secreto.

Dese balcón ha bajado

de gozar el bien que pierdo;

y no es mi amor tan infame,

que haya de querer, atento

a celos averiguados,

con desengaños tan ciertos.(Vase.)

FLORO

Espera.

CIPRIANO

No has de seguirle.

(Ap.)(De haberle oído estoy muerto);

que si es él el que ha perdido

lo que has ganado, y dispuesto

a olvidar está, no es bien

apurar su sufrimiento.

FLORO

Tú y él apuráis el mío

con estas cosas a un tiempo;

y así, a Justina no hables

por mí; que aunque yo pretendo

a costa de mis agravios

vengarme de sus desprecios,

ya la esperanza de ser

suyo cesó, porque creo

que no es noble el que porfía

sobre averiguados celos.(Vase.)

CIPRIANO

(Ap.) ¿Qué es esto, cielos?, ¿qué escucho?

¿El uno del otro a un tiempo

unos mismos celos tienen?

¿Yo de uno y otro los tengo?

Los dos sin duda padecen

algún engaño, y yo tengo

que agradecerles, pues ya

los dos desisten en esto

de su pretensión. Desdichas,

aunque haya sido consuelo

este discurso, buscado

de mis ansias, le agradezco.

Moscón, prevenme mañana

galas; Clarín, tráeme luego

espada y plumas; que amor

se regala en el objeto

airoso y lucido; y ya,

ni libros ni estudios quiero,

porque digan que es amor

homicida del ingenio.(Vase.)

JORNADA SEGUNDA

(En el mismo lugar del fin de la jornada anterior)

Salen CIPRIANO, MOSCÓN y CLARÍN, vestidos de galanes

CIPRIANO

(Ap.) Altos pensamientos míos,

¿dónde, dónde me traéis,

si ya por cierto tenéis

que son locos desvaríos

los que osados intentáis,

pues atreviéndôs al cielo,

precipitados de unvuelo

hasta el abismo bajáis?

Vi a Justina... ¡A Dios pluguiera

que nunca viera a Justina,

ni en su perfección divina

la luz de la cuarta esfera!

Dos amantes la pretenden,

uno del otro ofendido;

y yo a dos celos rendido,

aun no sé los que me ofenden:

sólo sé que mis recelos

me despeñan con sus furias

de un desdén a las injurias,

de un agravio a los desvelos.

Todo lo demás ignoro,

y en tan abrasado empeño,

cielos, Justina es mi dueño,

cielos, a Justina adoro.

Moscón.

MOSCÓN

Señor.

CIPRIANO

Ve si está

Lisandro en casa.

MOSCÓN

Es razón.

CLARÍN

No es; yo iré, porque Moscón

hoy no puede entrar allá.

CIPRIANO

¡Oh, qué cansada porfía

siempre la de los dos fué!

¿Por qué no puede?, ¿por qué?

CLARÍN

Porque hoy, señor, no es su día;

mío sí, y de buena gana

a dar el recado voy;

que yo allá puedo entrar hoy,

y Moscón no, hasta mañana.

CIPRIANO

¿Qué nueva locura es ésta,

añadida al porfiar?

Ni tú ni él habéis de entrar

ya, pues su luz manifiesta

Justina.

CLARÍN

De fuera viene

hacia su casa

Salen LIVIA y JUSTINA, con mantos, por una puerta

JUSTINA

¡Ay de mí!

Livia, Ciprïano está aquí.(Ap. a ella.)

CIPRIANO

(Ap.) Disimular me conviene

de mis celos los desvelos,

hasta apurarlos mejor.

Sólo la hablaré en mi amor;

si lo permiten mis celos.

No en vano, señora, ha sido

haber el traje mudado,

para que, como criado,

pueda a vuestros pies rendido

serviros. A mereceros

esto lleguen mis suspiros:

dad licencia de serviros,

pues no la dais de quereros.

JUSTINA

Poco, señor, han podido

mis desengaños con vos,

pues que no han podido...

CIPRIANO

¡Ay, Dios!

mereces un olvido.

JUSTINA

¿De qué manera queréis

que os diga cuánto es en vano

la asistencia, Ciprïano,

que a mis umbrales tenéis?

Si días, si meses, si años,

si siglos a ellos estáis,

no esperéis que a ellos oigáis

sino sólos desengaños:

porque es mi rigor de suerte,

de suerte mis males fieros,

que es imposible quereros,

Ciprïano, hasta la muerte.(Vase.)

CIPRIANO

La esperanza que me dais,

ya dichoso puede hacerme.

Si en muerte habéis de quererme,

muy corto plazo tomáis.

Yo le acepto, y si a advertir

llegáis cuán presto ha de ser,

empezad vos a querer,

que ya empiezo yo a morir.

CLARÍN

En tanto que mi señor,

Livia, triste y discursivo,

está de esqueleto vivo

desengañado su amor,

dame los brazos.

LIVIA

Paciencia

ten, mientras que considero

sí es tu día; que no quiero

encargar yo mi conciencia.

Martes si, miércoles no.

CLARÍN

¿Qué cuentas, pues ha callado

Moscón?

LIVIA

Puede haberse errado,

y no quiero errarme yo;

porque no quiero, si arguyo

que justicia he de guardar,

condenarme por no dar

a cada uno lo que es suyo,

Pero bien dices, tu día

es hoy.

CLARÍN

Pues dame los brazos.

LIVIA

Con mil amorosos lazos.

MOSCÓN

¿Oye usarced, reina mía?

Bien ve usarced, con la gana

que hoy aquesos lazos hace:

dígolo porque me abrace

con lamisma a mi mañana.LIVIA

Excusada es la sospecha

de que a usted no satisfaga,

ni quiera Júpiter que haga

yo una cosa tan mal hecha

como usar de demasía

con nadie. Yo abrazaré

con mucha equidad a usté

cuando le toque su día.(Vase.)

CLARÍN

Por lo menos, no he de vello

yo.

MOSCÓN

Pues eso ¿qué ha importado?

¿Puede a mí haberme agraviado

jamás, si reparo en ello,

una moza que no es mía?

CLARÍN

No.

MOSCÓN

Luego yo bien porfío

que no ha sido en daño mío

lo que no ha sido en mi día.

Mas ¿qué hace nuestro amo allí

tan suspenso?

CLARÍN

Por si a hablar

llega algo, quiero escuchar.

MOSCÓN

Y yo también.

CIPRIANO

¡Ay de mí!

(Al irse acercando cada uno por su lado, CIPRIANO con la acción da a entrambos.)

CIPRIANO

¡Qué tanto, amor, desconfíes!

CLARÍN

¡Ay de mí!

MOSCÓN

¡Ay de mí! también.

CLARÍN

Llamar a este sitio es bien

la isla de los ay-de-míes.

CIPRIANO

¿Aquí estábades los dos?

CLARÍN

Yo bien juraré que estaba.

MOSCÓN

Yo y todo.

CIPRIANO

Desdicha, acaba

de una vez conmigo. ¡Ay, Dios!

¿Vióse en tan nuevos extremos

el humano corazón?

(En las afueras de la población, a orillas del mar)

CLARÍN

¿Adónde vamos, Moscón?

MOSCÓN

En llegando lo sabremos.

Pero fuera del lugar

camina.

CLARÍN

Excusado es

salirnos al campo, pues

no tenemos que estudiar.

CIPRIANO

Clarín, vete a casa.

MOSCÓN

¿Y yo?

CLARÍN

¿Tú te habías de quedar?

CIPRIANO

Los dos me habéis de dejar.

CLARÍN

A entrambos nos lo mandó.(Vanse.)

CIPRIANO

Confusa memoria mía,

no tan poderosa estés,

que me persuadas que es

otra alma la que me guía.

Idólatra me cegué,

ambicioso me perdí,

porque una hermosura vi,

porque una deidad miré;

y entre confusos desvelos

de un equívoco rigor,

conozco a quien tengo amor,

y no de quien tengo celos.

Y tanto aquesta pasión

arrastra mi pensamiento,

tanto(¡ay de mí!) este tormento

lleva mi imaginación,

que diera(despecho es loco,

indigno de un noble ingenio)

al más diabólico genio

(harto al infierno provoco),

ya rendido, y ya sujeto

a penar y padecer,

por gozar a esta mujer,

diera el alma.

DEMONIO

(Dentro) Yo la aceto.

(Suena ruido de truenos como tempestad y rayos)

CIPRIANO

¿Qué es esto, cielos puros?

¡Claros a un tiempo, y en el mismo oscuros

dando al día desmayos!

Los truenos, los relámpagos y rayos

abortan de su centro

los asombros que ya no caben dentro.

De nubes todo el cielo se corona,

y, preñado de horrores, no perdona

el rizado copete deste monte.

Todo nuestro horizonte

es ardiente pincel del Mongibelo,

niebla el sol, humo el aire, fuego el cielo.

¡Tanto ha que te dejé, filosofía,

que ignoro los efectos deste día!

Hasta el mar sobre nubes se imagina

desesperada ruina,

pues crespo sobre el viento en leves plumas,

le pasa por pavesas las espumas.

Naufragando una nave,

en todo el mar parece que no cabe;

pues el amparo más seguro y cierto

es cuando huye la piedad del puerto.

El clamor, el asombro y el gemido

fatal presagio han sido

de la muerte que espera; y lo que tarda

es porque está muriendo lo que aguarda.

Y aun en ella también vienen portentos;

no son todos de cielos y elementos

Sin duda se vistió de la tormenta.

A chocar con la tierra

viene. Ya no es del mar sólo la guerra,

pues la que se le ofrece,

un peñasco le arrima en que tropiece,

porque la espuma en sangre se salpique.

TODOS

(Dentro.) Que nos vamos a pique.

DEMONIO

(Dentro.) En una tabla quiero

salir a tierra, para el fin que espero.

CIPRIANO

Porque su horror se asombre,

burlando su poder, escapa un hombre,

y el bajel, que en las ondas ya se ofusca,

el camarín de los tritones busca,

y en crespo remolino,

es cadáver del mar, cascado el pino.

Sale EL DEMONIO, mojado, como que sale del mar

DEMONIO

(Para sí.) Para el prodigio que intento,

hoy me ha importado fingir

sobre campos de zafir,

este espantoso portento;

y en forma desconocida

de la que otra vez me vió,

cuando en este monte yo

miré mi ciencia excedida,

vengo a hacerle nueva guerra,

valiéndome así mejor

de su ingenio y de su amor.

Dulce madre, amada tierra,(En alta voz.)

dame amparo contra aquél.

monstruo que de si me arroja.

CIPRIANO

Pierde, amigo, la congoja

y la memoria cruel

de tu reciente fortuna,

viendo en tu mayor trabajo

que no hay firme bien debajo

de los cercos de la luna.

DEMONIO

¿Quién eres tú, a cuyas plantas

mi fortuna me ha traído?

CIPRIANO

Quien, de la piedad movido

de penas y ruinas tantas,

serte de alivio quisiera.

DEMONIO

Imposible vendrá a ser;

que no le puedo tener

yo jamás.

CIPRIANO

¿De qué manera?

DEMONIO

Todo mi bien he perdido...

pero sin razón me quejo,

pues ya con la vida dejo

mis memorias al olvido.

CIPRIANO

Ya que de aquel torbellino

el terremoto cesó,

Y el cielo a su paz volvió,

manso, quieto y cristalino,

con tal priesa, que su grave

enojo nos da a entender

que sólo debió de ser

hasta conseguir tu nave,

dime quién eres, siquiera

por la piedad que me das.

DEMONIO

Más de lo que has visto y más

de lo que decir pudiera,

me cuesta el llegar aquí;

que es mi fortuna cruel.

La menor es del bajel.

¿Quieres ver si es cierto?

CIPRIANO

Sí.

DEMONIO

Yo soy, pues saberlo quieres

un epílogo, un asombro

de venturas y desdichas,

que unas pierdo y otras lloro.

Tan galán fui por mis partes.

por mi lustre tan heroico

tan noble por mi linaje

y por mi ingenio tan docto,

que aficionado a mis prendas

un rey, el mayor de todos

(puesto que todos le temen,

si le ven airado el rostro),

en su palacio cubierto

de diamantes y piropos

(y aun si los llamase estrellas

fuera el hipérbole corto),

mellamó valido suyo,

cuyo aplauso generoso

me dió tan grande soberbia,

que competí al regio solio,

queriendo poner las plantas

sobre sus dorados tronos.

Fué bárbaro atrevimiento:

castigado lo conozco.

Loco anduve; pero fuera,

arrepentido, más loco.

Más quiero en mi obstinación

con mis alientos briosos

despeñarme de bizarro,

que rendirme de medroso.

Si fueron temeridades,

no me vi en ellas tan solo,

que de sus mismos vasallos

no tuviese muchos votos.

De su corte, en fin, vencido,

aunque en parte victorioso,

salí arrojando venenos

por la boca y por los ojos,

y pregonando venganzas,

por ser mi agravio notorio,

logrando en las gentes suyas

insultos, muertes y robos.

Los anchos campos del mar,

sangriento pirata corro,

Argos ya de sus bajíos,

y lince de sus escollos.

En aquel bajel que el viento

desvaneció en leves soplos;

en aquel bajel que el mar

convirtió en ruinas sin polvo,

esas campañas de vidrio

hoy corría codicioso,

hasta examinar un monte

piedra a piedra y tronco a tronco;

porque en él un hombre vive,

y a buscarle me dispongo,

a que cumpla una palabra

que él me ha dado y yo le otorgo.

Embistióme esta tormenta;

y aunque pudo prodigioso

mi ingenio enfrenar a un tiempo

al euro, al cierzo y al noto,

no quise desesperado,

por otras causas, por otros

fines, convertirlos hoy

en regalados favonios.

(Ap.)(Que pude, dije, y no quise:

aquí de su ingenio noto

los riesgos, pues desta suerte

de mágicas le aficiono.)

No te espantes del despecho,

ni del prodigio tampoco:

de aquél, porque yo con iras

me diera muerte a mí propio;

ni deste, porque con ciencias

daré al sol pálido asombro.

Soy en la magia que alcanzo,

el registro poderoso

desos orbes: línea a línea

los he discurrido todos.

Y porque no te parezca

que sin ocasión blasono,

mira si a este mismo instante

quieres que lo inculto y tosco

deste Nembrot de peñascos,

más bruto que el babilonio,

te facilite lo horrible,

sin que pierda lo frondoso.

Éste soy, huérfano huésped

destos fresnos, destos chopos;

y aunque éste soy, a tus plantas

quiero pedirte socorro;

y quiero en el que me dieres,

librarte el bien que te compro

con el afán de mi estudio,

que en experiencias abono,

trayéndote a tu albedrio

(Ap.)(aquí en el amor le toco)

cuanto te pida el deseo

más avaro y prodigioso,

y en tanto que no le acetes,

ya de cortés, ya de corto,

págate de los deseos,

si es que en ti no los malogro;

que por la piedad que muestras

(que agradezco y que conozco)

seré tu amigo tan firme,

que ni el repetido monstruo

de sucesos, la fortuna,

que entre baldones y elogios,

próspera y adversa muestra

lo avaro y lo generoso;

ni en su continua tarea

corriendo y volando a tornos

el tiempo, imán de los siglos;

ni el cielo, ni elcielo proprio,

a cuyos astros el mundo

debe el bellísimo adorno,

tendrán poder de apartarme

de tu lado un punto sólo,

como aquí me des amparo;

y aún todo aquesto es muy poco

para lo que yo intereso,

si mis pensamientos logro.

CIPRIANO

Puedo decir que al mar albricias pido

de que te hayas perdido,

y a este monte llegaras,

donde verás bien claras

muestras de la amistad que ya te ofrezco

si feliz por mi huésped te merezco:

y así, vente conmigo;

que he de estimarte por seguro amigo.

Mi huésped has de ser mientras quisieres

servirte de mi casa.

DEMONIO

¿Ya me adquieres

por tuyo?

CIPRIANO

Con los brazos

firme nuestra amistad eternos lazos

(Ap.) ¡Oh si a alcanzar llegase

que aqueste hombre la magia me enseñase!

Pues con ella quizá mi amor podría

en parte divertir la pena mía;

o podría mi amor quizá con ella

en todo conseguir la causa della,

de mi rabia, mi furia y mi tormento.

DEMONIO

(Ap.) Ya al ingenio y amor le mira atento.

Salen CLARÍN y MOSCÓN, cada uno por su puerta, corriendo.

CLARÍN

¿Estás vivo, señor?

MOSCÓN

(A CLARÍN) ¡Civilidades

gastas por novedades!

Claro está, pues le miras, que está vivo.

CLARÍN

He usado deste modo admirativo

para ponderación, noble lacayo,

del milagro que fué no darle un rayo

de tantos como vió aquesta montaña.

MOSCÓN

Pues el mirarle ¿no te desengaña?

CIPRIANO

Éstos son mis criados. -

¿A qué volvéis?

MOSCÓN

A darte mis enfados.

DEMONIO

Tienen alegre humor.

CIPRIANO

A mi me tienen

cansado, porque siempre necios vienen.

MOSCÓN

¿Quién es aqueste hombre,

señor?

CIPRIANO

Un huésped mío; no os asombre.

CLARÍN

¿Para qué quieres huéspedes ahora?

CIPRIANO

(Al DEMONIO.) Lo que merece tu valor ignora.

MOSCÓN

Mi señor hace bien. ¿Has de heredalle?

CLARÍN

No; pero tiene talle

el tal huésped, si acaso no me engaño,

de estarse en casa un año y otro año.

MOSCÓN

¿De qué lo infieres?

CLARÍN

Cuando apriesa pasa

un huésped, decir suelen: "No hará en casa

mucho humo"; y de aquéste...

MOSCÓN

Di...

CLARÍN

Presumo...

MOSCÓN

¿Qué?

CLARÍN

Que ha de hacer en casa mucho humo.

CIPRIANO

Para que te repares

de las iras del mar y tus pesares,

vente conmigo.

DEMONIO

Voy a obedecerte.

CIPRIANO

Tu descanso procuro.(Vase.)

DEMONIO

(Ap.) Yo tu muerte.

Y pues ya he conseguido

el mirarme contigo introducido,

ir a alterar mi saña determina

de otra suerte también la de Justina.

(Vase.)

CLARÍN

¿No sabes qué he pensado?

MOSCÓN

¿Qué?

CLARÍN

Que del terremoto ha reventado

algún volcán, que mucho azufre he olido.

MOSCÓN

Que es el huésped a mí me ha parecido.

CLARÍN

Malas pastillas gasta. Mas ya infiero

la causa.

MOSCÓN

¿Qué es?

CLARÍN

El pobre caballero

debe de tener sarna, y hase untado

con ungüento de azufre.

MOSCÓN

En ello has dado.

Vanse

(En la calle en que vive Justina)

Salen LELIO y FABIO, criado

FABIO

En fin, ¿vuelves a esta calle?

LELIO

La vida en ella perdí,

y vuelvo a buscarla aquí:

quiera amor que no la halle

dudosos celos.

FABIO

Repara

en que a las puertas estás

de lacasa de Justina. 450LELIO

¿Qué importa, si hoy determina

mi amor declararse más?

Que pues a ver he llegado

que a otro de noche se fía

no es mucho que yo de día

desahogue mi cuidado.

Retírate tú, porque

el entrar sólo es mejor.

Mi padre es gobernador

de Antioquía: bien podré

con este aliento y la furia

que a despeñarme camina,

en casa entrar de Justina

y quejarme de su injuria.

Vase FABIO y sale JUSTINA(en su casa)

JUSTINA

Livia... Mas ¿quién está al paso?

LELIO

Yo soy.

JUSTINA

Pues ¿qué novedad

señor, qué temeridad

obliga?...

LELIO

Cuando me abraso

tanto, a mis celos sujeto

no lo he de estar a tu honor.

Perdona, que con mi amor

ha espirado tu respeto.

JUSTINA

¿Pues cómo tan atrevido

osas...

LELIO

Como estoy furioso.

JUSTINA

entrar...

LELIO

Como estoy celoso.

JUSTINA

aquí...

LELIO

Como estoy perdido.

JUSTINA

sin advertir y sin ver

el escándalo que da

que?...

LELIO

No te aflijas, pues ya

tienes poco que perder.

JUSTINA

Mira, Lelio, mi opinión.

LELIO

Justina, eso mejor fuera

que tu voz se lo dijera

a quien por ese balcón

sale de noche. No quiero

más de que sepas que sé

tus liviandades, porque

menos ingrato y severo

tu honor esté con mi amor;

que es tu desdén más justo

porque tienes otro gusto,

que porque tienes honor.

JUSTINA

Calla, calla, no hables más.

¿Quién en mi casa se atreve,

ni quién en mi ofensa mueve

paso y voz? ¿Tan ciego estás,

tan atrevido, tan loco,

que con fingidas quimeras

eclipsar las luces quieras

que aun al sol tienen en poco?

¿Hombre de mi casa...

LELIO

JUSTINA

por mi balcón?...

LELIO

... Mi dolor

lo diga, ingrata.

JUSTINA

¡Ay, honor!,

volved por vos y por mí.

Sale EL DEMONIO, por la puerta que está a las espaldas de JUSTINA

DEMONIO

(Ap.) Acudiendo mi furor

a los dos cargos que tengo,

a esta casa a entablar vengo

el escándalo mayor

del mundo; y pues ya este amante

tan despechado y tan ciego

está, avívese su fuego.

Ponerme quiero delante,

y como huyendo, después

de ser visto, retirarme.

JUSTINA

Hombre, ¿vienes a matarme?

LELIO

No, sino a morir.

JUSTINA

... ¿Qué ves,

que de nuevo te has mudado?

LELIO

Los engaños tuyos veo.

Di ahora que mi deseo

mis ofensas ha inventado.

Un hombre deste aposento

iba a salir: como vió

gente, embozado volvió

a retirarse.

JUSTINA

En el viento

te finge tu fantasía

ilusiones.

Quiere entrar y detiénele

LELIO

¡Pena brava!

JUSTINA

¿Pues de noche no bastaba

Lelio, mas también del día

la luz quieres engañar?

(Apártala, y éntrase por donde estaba el DEMONIO)

LELIO

Si es engaño o no es engaño,

así veré el desengaño.

JUSTINA

No te lo quiero excusar

porque la inocencia mía

a costa desta licencia,

desvanece la apariencia

de la noche con el día.(Vase.)

Sale LISANDRO, viejo

LISANDRO

Justina.

JUSTINA

(Ap.) Esto me faltaba

¡Ay de mí, si Lelio sale

estando Lisandro aquí!

LISANDRO

Mis desdichas, mis pesares

Vengo a consolar contigo.

JUSTINA

¿Qué tienes, que en el semblante

muestras disgusto y tristeza?

LISANDRO

No es mucho, cuando se rasgue

el corazón. Con el llanto

pasar no puedo adelante.

Sale LELIO

LELIO

(Ap.) Ahora acabo de creer

que sombra los celos hacen,

pues no está en este aposento,

ni tuvo por dónde echarse

el hombre que vi.

JUSTINA

(Ap. a LELIO) No salgas,

Lelio, que está aquí mi padre.

LELIO

Esperáré a que se ausente

convalecido en mis males.(Retírase)

JUSTINA

¿De qué lloras? ¿Qué suspiras?

¿Qué tienes, señor? ¿Qué traes?

LISANDRO

Tengo el dolor más sensible,

traigo la pena más grave

que vió la tierna piedad,

para ejemplos miserables,

con que la crueldad se baña

de tanta inocente sangre.

Al gobernador envía

el césar Decio inviolable

un decreto... Hablar no puedo.

JUSTINA

(Ap.) ¿Quién vió pena semejante?

Lisandro, compadecido

de los cristianos ultrajes

conmigo habla, sin saber

que Lelio puede escucharle,

hijo del gobernador.

LISANDRO

En fin, Justina...

JUSTINA

No pases,

señor, si así has de sentirlo,

con el discurso adelante.

LISANDRO

Déjame que le repita;

que contigo, es alivarle.

En él manda...

JUSTINA

No pases,

cuando es tan justo que engañes

tu vejez con más sosiego.

LISANDRO

Cuando, porque me acompañes

en los sentimientos vivos

que bastan para matarme,

más cruel que vió la margen

te doy cuenta del decreto

del Tíber, con sangre escrito

para manchar sus cristales

¡me diviertes! De otra suerte

solías, Justina escucharme

estas lástimas.

JUSTINA

Señor,

no son los tiempos iguales.

LELIO

(Ap. al paño) No oigo todo lo que hablan,

sino destroncado a partes.

Sale FLORO por la otra parte

FLORO

(Ap.) Licencia tiene un celoso

que llega a desengañarse

de una hipócrita virtud,

sin que más respetos guarde.

Con este intento hasta aquí...

Mas con ella está su padre:

esperaré otra ocasión.

LISANDRO

¿Quién pisa aquestos umbrales?

FLORO

(Ap.) Ya no es posible, ¡ay de mi!,

que me vuelva sin hablarle.

Daréle alguna disculpa.

Yo soy...

LISANDRO

¿Tú en mi casa?

FLORO

A hablarte

vengo, si me das licencia,

sobre un negocio importante.

JUSTINA

(Ap.) Duélete de mí, fortuna;

que son éstos muchos lances.

LISANDRO

Pues ¿qué mandas?

FLORO

(Ap.) ¿Qué diré

que deste empeño me saque?

LELIO

(Ap. al paño) ¡Floro en casa de Justina

con libertad entra y sale!

Si son fingidos aquellos

celos, ya éstos son verdades.

LISANDRO

Mudado traes el color.

FLORO

No te admires, no te espantes,

que vengo a darte un aviso,

que es a tu vida importante,

de un enemigo que tienes,

que de tu muerte en alcance

anda. Esto basta que diga.

LISANDRO

(Ap.) Si u duda que Floro sabe

que yo soy cristiano, y viene

con esta causa a avisarme

de mi peligro. - Prosigue,

y nada, Floro, me calles.

Sale LIVIA

LIVIA

Señor, el gobernador

me ha mandado que te llame,

y a la puerta está esperando.

FLORO

Mejor será que yo aguarde:

(Ap.)(Pensaré en tanto el engaño)

y ansí es bien que le despaches.

LISANDRO

Estimo tu cortesía.

Aquí volveré al instante.

Vanse LISANDRO y LIVIA

JUSTINA, FLORO; LELIO, al paño

FLORO

¿Eres tú la virtüosa

que a las lisonjas süaves

del templado viento llamas

descometidos ultrajes?

Pues ¿cómo de tu recato

y de tu casa las llaves

rendiste?

JUSTINA

Floro, detente:

no tan descortés agravies

opinión dequien el sol

hizo el más costoso examen

de pura y limpia.

FLORO

Ya llega

aquesa vanidad tarde,

pues ya yo sé a quién has dado

libre entrada...

JUSTINA

¿Qué así hables?

FLORO

por un balcón.

JUSTINA

No pronuncies...

FLORO

A tu honor...

JUSTINA

¿Qué así me trates?

FLORO

Sí, que no merecen más

hipócritas humildes.

LELIO

(Ap.) Floro no fué el del balcón.

Sin duda que hay otro amante,

puesto que ni él ni yo fuimos.

JUSTINA

Pues tienes ilustre sangre,

no ofendas nobles mujeres.

FLORO

¡Que noble mujer te llames

cuando a tus brazos le admites,

y por tus balcones sale!

Rindióte el poder; que como

es gobernador su padre,

te llevó la vanidad

de ver que a Antioquía mande...

LELIO

(Ap.) De mí habla.

FLORO

Sin mirar

otros defectos más grandes,

que la autoridad encubre

en sus costumbres y sangre.

Pero no...

Sale LELIO

LELIO

Floro, detente,

y no en mi ausencia me agravies;

que hablar del competidor

mal, son despechos cobardes.

Y salgo a que no prosigas,

corrido de tantos lances

como contigo he tenido,

sin que en ninguno te mate.

JUSTINA

¿Quién, sin culpa, se vió nunca

en tan peligrosos lances?

FLORO

Cuanto yo de ti dijera

detrás, te diré delante,

y es verdad no sospechosa.

JUSTINA

Tente, Floro; Lelio, ¿qué haces?

LELIO

Tomar la satisfacción

adonde escucho el desaire.

(Empuñan las espadas.)

FLORO

Sustentaré lo que dije

donde lo dije.

JUSTINA

¡Libradme,

cielos, de tantas fortunas!

FLORO

Y yo sabré castigarte.

Sale EL GOBERNADOR, GENTE y LISANDRO

TODOS

Teneos.

JUSTINA

(¡Ay, infelice!)

GOBERN.

¿Qué es esto? Mas ¿no es bastante

indicio espadas desnudas,

para que pueda informarme?

JUSTINA

¡Qué desdicha!

LISANDRO

¡Qué pesar!

TODOS

Señor...

GOBERN.

Baste, Lelio, baste.

¿Tú inquieto, siendo mi hijo?

¿Tú de mi favor te vales

para alterar a Antioquia?

LELIO

Señor, advierte...

GOBERN.

Llevaldes;

que no ha de haber excepción,

ni privilegios de sangre.

para no igualar castigos,

pues son las culpas iguales.

GOBERN.

(Ap.) Celos truje, y llevo agravios

LISANDRO

(Ap.) Penas a penas se añade,

GOBERN.

En diferentes prisiones,

(Llévanlos.)

y con gente que los guarde,

a los dos tened. - Y vos,

Lisandro, ¿tan nobles partes

es posible que manchéis,

sufriendo?...

JUSTINA

No, no os engañen

deslumbradas apariencias,

porque Justina no sabe

la ocasión.

GOBERN.

¿Dentro en su casa

queréis que viva ignorante,

mozos ellos, y ella hermosa?

En peligro tan culpable

me templo, porque no digan

que sentencio como parte,

siendo apasionado juez;

mas vos que estos ocasionasteis,

ya pérdida la vergüenza,

sé que volveréis a darme

ocasión(que la deseo)

para que nos desengañen

de vuestra virtud mentida

verdaderas liviandades.

Vanse EL GOBERNADOR, y su GENTE

JUSTINA

Mis lágrimas os respondan.

LISANDRO

Ya lloras sin fruto y tarde.

¡Oh qué mal, Justina, hice

el día que a declararte

llegué quién eras! ¡Oh, nunca

te contara que en la margen

de un arroyo, en ese monte

fuiste parto de un cadáver!

LISANDRO

(Al hablarle JUSTINA)

No me des satisfacciones.

JUSTINA

Los cielos han de abonarme.

LISANDRO

¡Qué tarde será!

JUSTINA

No hay plazo

que en la vida llegue tarde.

LISANDRO

Para castigar delitos.

JUSTINA

Para acrisolar verdades.

LISANDRO

Por lo que vi te condeno.

JUSTINA

Yo a ti por lo que ignoraste.

LISANDRO

Déjame, que voy muriendo,

donde midolor me acabe.JUSTINA

Pierda yo a tus pies la vida;

pero no me desampares.(Vanse.)

(En casa de Ciprïano; desde la galería del fondo se ve un monte)

Salen EL DEMONIO y CIPRIANO(y MOSCÓN y CLARÍN)

DEMONIO

Desde que en tu casa entré,

te he visto sin alegría:

profunda melancolía

en tu semblante se ve.

Tu alivio no es bien que estorbes,

queriéndomelo ocultar,

pues sabré destachonar

la clavazón de los orbes,

por sólo el menor deseo

que te ofenda y te fatigue.

CIPRIANO

No habrá mágica que obligue

al imposible que veo:

son mis ansias infelices.

DEMONIO

Tu amistad me las confiese.

CIPRIANO

Quiero a una mujer.

DEMONIO

¿Y es ése

el imposible que dices?

CIPRIANO

Si tú supieras quién es...

DEMONIO

Curiosa atención te doy,

mientras que burlando éstoy

de que tan cobarde estés.

CIPRIANO

La hermosa cuna temprana

del infante sol que enjuga

lágrimas cuando madruga,

vestido de nieve y grana;

la verde prisión ufana

de la rosa cuando avisa

que ya sus jardines pisa

abril, y entre mansos hielos

al alba es llanto en los cielos,

lo que es en los campos risa;

el detenido arroyuelo,

que el murmurar más süave

aun entre dientes no sabe,

porque se los prende el hielo;

el clavel, que en breve cielo

es estrella de coral

el ave, que liberal

vestir matices presuma,

veloz cítara de pluma,

al órgano de cristal;

el risco que al sol engaña,

si a derretirle se atreve,

pues, gastándole la nieve;

no le gasta la montaña;

el laurel que el pie se baña

con la nieve que atropella,

y, verde Narciso della,

burla sin tener desmayos,

en esta parte los rayos,

y los hielos en aquélla;

al fin, cuna, grana, nieve,

campo, sol, arroyo o rosa,

ave que canta amorosa,

risa que aljófares llueve,

clavel que cristales bebe,

y laurel que sale a ver

peñasco sin deshacer,

si hay rayos que le coronen.

son las partes que componen

a esta divina mujer.

Estoy tan ciego y perdido,

porque mi pena te asombre,

que por parecer a otro hombre,

me engañé con el vestido.

Mis estudios di al olvido

como al vulgo mi opinión,

el discurso a mi pasión,

a mi llanto el sentimiento,

mis esperanzas al viento,

y al desprecio mi razón.

Dije(y haré lo que dije)

que ofreciera liberal

el alma a un genio infernal

(de aquí mi pasión colige),

porque este amor que me aflige

premiase con merecella;

pero es vana mi querella,

tanto que presumo que es

el alma corto interés,

pues no me la dan por ella.

DEMONIO

¿Tu valor ha de seguir

los pasos desesperados

de amantes que se acobardan

en los primeros asaltos?

¿Tan lejos ejemplos viven

de bellezas que postraron

su vanidad a los ruegos,

su altivez a los halagos?

¿Quieres lograr tus deseos

siendo su prisión tus brazos?

CIPRIANO

¿Eso dudas?

DEMONIO

Pues envía

allá fuera esos criados,

y quedemos los dos solos.

CIPRIANO

Idos allá fueraentrambos, 840MOSCÓN

Yo obedezco.

CLARÍN

Y yo también.

(Ap.) El tal huésped es el diablo.(Escóndese)

CIPRIANO

Ya se fueron.

DEMONIO

(Ap.) Poco importa

que Clarín se haya quedado.

CIPRIANO

¿Qué quieres ahora?

DEMONIO

Esa puerta

cierra.

CIPRIANO

Ya solos estamos.

DEMONIO

Por gozar a esta mujer

aquí dijeron tus labios

que darás el alma.

CIPRIANO

Sí.

DEMONIO

Pues yo te aceto el contrato.

CIPRIANO

¿Qué dices?

DEMONIO

Que yo te aceto.

CIPRIANO

¿Cómo?

DEMONIO

Como puedo tanto,

que te enseñaré una ciencia

con que podrás a tu mando

traer la mujer que adoras;

que yo, aunque tan docto y sabio,

traerla para otro no puedo.

Las escrituras hagamos

ante nosotros dos mismos.

CIPRIANO

¿Quieres con nuevos agravios

dilatar las penas mías?

Lo que ofrecí está en mi mano,

pero lo que tú me ofreces

no está en la tuya, pues hallo

que sobre el libre albedrío

ni hay conjuros ni hay encantos.

DEMONIO

Hazme la cédula tú

con tal condición.

CLARÍN

(Ap. al paño.) ¡Mal año!

Según lo que ahora he visto,

no es muy bobo aqueste diablo.

¡Yo darle célula! Aunque

se me estuvieran mis cuartos

sin alquilar veinte siglos,

no la hiciera.

CIPRIANO

Los engaños

son para alegres amigos,

no para desconfiados.

DEMONIO

Quiero darte en testimonio

de lo que yo puedo y valgo,

algún indicio, aunque sea

de mi poder breve rasgo.

¿Qué ves desta galeria?

CIPRIANO

Mucho cielo y mucho prado,

un bosque, un arroyo, un monte.

DEMONIO

¿Qué es lo que más te ha agradado?

CIPRIANO

El monte, porque es, en fin,

de la que adoro retrato.

DEMONIO

Soberbio competidor.

de la estación de los años,

que te coronas de nubes,

por bruto rey de los campos,

deja el suelo, mide el viento:

mira que soy quien te llamo.

Y mira tú si a una dama

traerás, si yo a un monte traigo.

(Múdase un monte de una parte a otra del tablado).

CIPRIANO

¡No vi más confuso asombro!

¡No vi prodigio más raro!

CLARÍN

(Ap.) Con el espanto y el miedo

estoy dos veces temblando.

CIPRIANO

Pájaro que al viento vuelas,

siendo tus plumas tus ramos

bajel que en el viento sulcas:

siendo jarcias tus peñascos,

vuélvete a tu centro, y deja

la admiración y el espanto.

(Vuelve el monte a su lugar)

DEMONIO

Si ésta no es prueba bastante,

pronuncien otra mis labios.

¿Quieres ver esa mujer

que adoras?

CIPRIANO

Sí.

DEMONIO

Pues rasgando

las duras entrañas, tú,

mostruo de elementos cuatro,

manifiesta la hermosura

que en tu oscuro centro guardo

(Ábrese un peñasco y está JUSTINA durmiendo.)

¿Es aquélla la que adoras?

CIPRIANO

Aquélla es la que idolatro.

DEMONIO

Mira si dártela puedo,

pues donde quiera la traigo.

CIPRIANO

Divino imposible mío,

hoy serán centro tus brazos

de mi amor, bebiendo el sol

luz a luz y rayo a rayo.

(Ciérrase el monte.)

DEMONIO

Detente, que hasta que firmes

la palabra que me has dado,

no puedes tocarla.

CIPRIANO

Espera

parda nube del más claro

sol que amaneció a mis dichas.

Mas con el viento me abrazo.

Ya creo tus ciencias, ya

confieso que soy tu esclavo.

¿Qué quieres quehaga por ti?,

¿qué me pides?

DEMONIO

Por resguardo

una célula firmada.

con tu sangre y de tu mano.

CLARÍN

(Ap.) El alma le diera yo

por no haberme aquí quedado.

DEMONIO

Pluma será este puñal,

papel este lienzo blanco,

y tinta para escribirlo

la sangre es ya de mis brazos.

(Escribe con la daga en un lienzo, habiéndose sacado sangre de un brazo.)

CIPRIANO(Aparte)

(¡Qué hielo! ¡Qué horror! ¡Qué asombro!)

Digo yo, el gran Ciprïano,

que daré el alma inmortal

(¡qué frenesí, qué letargo!)

a quien me enseñare ciencias

(¡qué confusiones!, ¡qué espantos!)

con que pueda atraer a mí

a Justina, dueño ingrato:

y lo firmaré de mi nombre.

DEMONIO

(Ap.)(Ya se rindió a mis engaños

el homenaje valiente,

donde estaban tremolando

el discurso y la razón.)

¿Has escrito?

CIPRIANO

Sí, y firmando.

DEMONIO

Pues tuyo es el sol que adoras.

CIPRIANO

Tuya por eternos años

es el alma que te ofrezco.

DEMONIO

Alma con alma te pago,

pues por la tuya te doy

la de Justina.

CIPRIANO

¿Qué tanto

término para enseñarme

la magia tomas?

DEMONIO

Un año,

con condición...

CIPRIANO

Nada temas,

DEMONIO

que en una cueva encerrados,

sin estudiar otra cosa,

hemos de vivir entrambos

sirviéndonos solamente

a los dos este criado,(Saca a CLARÍN.)

que curioso se quedó,

pues con nosotros llevando

su persona, este secreto

desta suerte aseguramos.

CLARÍN

(Ap.) ¡Oh, nunca yo me quedara!

¿Qué habiendo vecinos tantos

que acechen, no haya demonio

que venga al punto a llevarlos?

CIPRIANO

Esta bien. Dos dichas juntas

ingenio y amor lograron,

pues Justina será mía,

y yo vendré a ser espanto

del mundo con nuevas ciencias.

DEMONIO

No salió mi intento vano.

CLARÍN

El mío sí.

DEMONIO

Ven con nosotros.

(Ap.) Ya vencí el mayor contrario.

CIPRIANO

Dichosos seréis, deseos,

si tal posesión alcanzo.

DEMONIO

(Ap.) No ha de sosegar mi envidia

hasta que los gane a entrambos.

Vamos, y de aquese monte

en lo oculto y lo intrincado

oirás la primer lición

hoy de la mágica.

CIPRIANO

Vamos,

que con tal maestro mi ingenio,

mi amor con dueño tan alto,

eterno será en el mundo

el mágico Ciprïano.

JORNADA TERCERA

Sale CIPRIANO, solo, de una como cueva

CIPRIANO

Ingrata beldad mía,

llegó el feliz, llegó el dichoso día,

línea de mi esperanza,

término de mi amor y tu mudanza,

pues hoy será el postrero

en que triunfar de tu desdén espero.

Este monte elevado

en sí mismo al alcázar estrellado,

y aquesta cueva oscura,

de dos vivos funesta sepultura

escuela ruda ha sido

donde la docta mágica he aprendido,

en que tanto me muestro,

que puedo dar lición a mi maestro.

Y viendo ya que hoy una vuelta entera

cumple el sol de una esfera en otra esfera,

a examinar de mis pasiones salgo

con la luz lo que puedo yo y lo que valgo.

Hermosos cielos puros,

atended a mis mágicos conjuros;

blandos aires veloces,

parad el sabio estruendo de mis voces;

gran peñasco violento,

estremécete al ruido de mi acento;

duros troncos vestidos,

asombrados al horror de mis gemidos;

floridas plantas bellas,

al eco os asustad de mis querellas;

dulces aves süaves,

la acción temed de mis prodigios graves;

bárbaras, cruelas fieras,

mirad las señas de mi afán primeras,

porque ciegos, turbados,

suspendidos, confusos, asustados,

cielos, aires, peñascos, troncos, plantas,

fieras y aves, estéis de ciencias tantas;

que no ha de ser en vano

el estudio infernal de Ciprïano.

(Sale EL DEMONIO)

DEMONIO

Ciprïano.

CIPRIANO

¡Oh, sabio maestro mío!

DEMONIO

¿A qué, usando otra vez de tu albedrío,

más que de mi preceto,

con qué fin, por qué causa, y a qué efeto,

osado o ignorante,(Enojado.)

sales a ver el sol la faz brillante?

CIPRIANO

Viendo que ya yo puedo

al infierno poner asombro y miedo,

pues con tanto cuidado

la mágica he estudiado,

que aún tú mismo no puedes

decir, si es que me igualas, que me excedas;

viendo que ya no hay parte

della, que con fatiga, estudio y arte

yo no haya alcanzado,

pues la nigromancia he penetrado,

cuyas líneas oscuras

me abrirán las funestas sepulturas,

haciendo que su centro

aborte los cadáveres, que dentro

tiranamente encierra

la avarienta codicia de la tierra,

respondiendo por puntos

a mis voces los pálidos difuntos;

y viendo, en fin, cumplida

la edad del sol que fué plazo a mi vida,

pues corriendo veloz a su discurso,

con el rápido curso,

los cielos cada día,

retrocediendo siempre a la porfía

del natural, en que se juzga extraño,

el término fatal cumple hoy del año;

lograr mis ansias quiero,

atrayendo a mi voz el bien que espero.

Hoy la rara, hoy la bella, hoy la divina,

hoy la hermosa Justina,

en repetidos lazos

llamada de mi amor, vendrá a mis brazos;

que permitir no creo

dé dilación un punto a mi deseo.

DEMONIO

Ni yo que le permitas

quiero, si es éste el fin que solicitas.

Con caracteres mudos

la tierra línea, pues, y con agudos

conjuros hiere el viento,

a tu esperanza y a tu amor atento.

CIPRIANO

Pues allí me retiro,

donde verás que cielo y tierra admiro.(Vase).

DEMONIO

Y yo te doy licencia,

porque sé de tu ciencia y de mi ciencia

que el infierno inclemente,

a tus invocaciones obediente,

podrá por mí entregarte

a la hermosa Justina en esta parte;

aunque el gran poder mío

no pueda hacer vasallo un albedrío,

puede representalle

tan extraños deleites, que se halle

empeñado a buscallos,

y inclinarlos podré, si no forzallos.

Sale CLARÍN, de la cueva

CLARÍN

Ingrata deidad mía,

no Livia ardiente, sino Livia fría,

llegó el plazo en que espero

alcanzar si tu amor es verdadero;

pues ya sé lo que basta

para ver si eres casta, o haces casta;

que con tanto cuidado

aquí la ciencia mágica he estudiado,

que por ella he de ver(¡ay de mí triste!)

si con Moscón acaso me ofendiste.

Aguados cielos(yaotro dijo puros),

atended a mis lóbregos conjuros:

montes...

DEMONIO

Clarín, ¿qué es eso?

CLARÍN

¡Oh, sabio maestro!

Por la concomitancia estoy tan diestro

en la magia, que quiero ver por ella

si Livia, tan ingrata como bella,

comete alguna vez superchería

en la fatal estancia de mi día.

DEMONIO

Deja aquesas locuras,

y en lo intrincado desas peñas duras

asiste a tu señor, para que veas

(si tanta admiración lograr deseas)

el fin de su cuidado;

que sólo quiero estar.

CLARÍN

Yo acompañado.

Y si no he merecido

haber las ciencias tuyas aprendido,

porque, en fin, no te he hecho

célula con la sangre de mi pecho,

en este lienzo ahora

(Saca un lienzo sucio y escribe en él con el dedo, habiéndose hecho sangre.)

(nunca le trae más limpio quien bien llora)

la haré, para que más te escandalices,

dándome un mojicón en las narices;

que no será embarazo

salir de las narices o del brazo.

Digo yo, el gran Clarín, que si merezco

ver a Livia cruel, que al diablo ofrezco...

DEMONIO

Ya digo que me dejes,

y que con tu señor de mí te alejes.

CLARÍN

Yo lo haré; no te alteres.

Pues que tomar mi cédula no quieres

cuando darla procuro,

sin duda que me tienes por seguro.(Vase).

DEMONIO

Ea, infernal abismo,

desesperado imperio de ti mismo,

de tu prisión ingrata

tus lascivos espíritus desata,

amenazando ruina

al virgen edificio de Justina.

De mil torpes fantasmas que en el viento

su casto pensamiento

hoy se informe, su honesta fantasía

se llene; y con dulcísima armonía

todo provoque amores,

los pájaros, las plantas y las flores.

Nada miren sus ojos,

que no sean de amor dulces despojos;

nada oigan sus oídos,

que no sean de amor tiernos gemidos;

porque sin que defensa en su fe tenga,

hoy a buscar Ciprïano venga,

de su ciencia invocada,

y de mi ciego espíritu guiada.

Empezad, que yo en tanto

callaré, porque empiece vuestro canto

Dentro una VOZ

VOZ

¿Cuál es la gloria mayor

de esta vida?

TODOS

Amor, amor.

Mientras esta copla se canta, se va entrando EL DEMONIO, por una puerta, y sale JUSTINA, huyendo(en su casa)

VOZ

No hay sujeto en quien no imprima

el fuego de amor su llama,

pues vive más donde ama

el hombre, que donde anima.

Amor solamente estima

cuanto tener vida sabe,

el tronco, la flor y el ave:

luego es la gloria mayor

de esta vida

TODOS

Amor, amor.

JUSTINA

Pesada imaginación,

al parecer lisonjera,

(Esto, representa asombrada y inquieta.)

¿cuándo te he dado ocasión

para que desta manera

aflijas mi corazón?

¿Cuál es la causa, en rigor,

deste fuego, deste ardor,

que en mí por instantes crece?

¿Qué dolor el que padece

mi sentido?

TODOS

Amor, amor.

JUSTINA

Aquel ruiseñor amante

(Cóbrase más).

es quien respuesta me da,

enamorado constante

a su consorte, que está

un ramo más adelante.

Calla, ruiseñor; no aquí

imaginar me hagas ya,

por lasquejas que te oí,

cómo un hombre sentirá,

si siente un pájaro así.

Mas no: una vid fué lasciva,

que buscando fugitiva

va el tronco donde se enlace,

siendo el verdor con que abrace

el peso con que derriba.

No así con verdes abrazos

me hagas pensar en quien amas,

vid; que duraré en tus lazos,

si así abrazan unas ramas,

cómo enraman unos brazos.

Y si no es la vid, será

aquel girasol, que está

viendo cara a cara al sol,

tras cuyo hermoso arrebol

siempre moviéndose va.

No sigas, no, tus enojos,

flor, con marchitos despojos,

que pensarán mis congojas,

si así lloran unas hojas,

cómo lloran unos ojos.

Cesa, amante ruiseñor;

desúnete, vid frondosa;

párate, inconstante flor,

u decid, ¿qué venenosa.

fuerza usáis?

TODOS

Amor, amor.

JUSTINA

¿Amor? ¿A quién le he tenido

yo jamás? Objeto es vano;

pues siempre despojo han sido

de mi desdén y mi olvido

Lelio, Floro y Ciprïano.

¿A Lelio no desprecié?

¿A Floro no aborrecí?

Y a Ciprïano trate

(Párase en el nombre de CIPRIANO, y desde allí representa inquieta otra vez.)

con tal rigor, que de mí

aborrecido, se fué

donde dél no se ha sabido.

Mas(¡ay de mí!) yo ya creo

que ésta debe haber sido

la ocasión con que ha podido

atreverse mi deseo;

pues desde que pronuncié

que vive ausente por mí,

no sé(¡ay, infeliz!), no sé

qué pena es la que sentí.

Mas piedad sin duda fué

(Cóbrase otra vez.)

de ver que por mí olvidado

viva un hombre, que se vió

de todos tan celebrado;

y que a sus olvidos yo

tanta ocasión haya dado.

(Con asombro, otra vez.)

Pero si fuera piedad,

la misma piedad tuviera

de Lelio y Floro, en verdad;

pues en una prisión fiera

por mí están sin libertad.

(En sí, otra vez)

Mas ¡ay, discursos!, parad:

si basta ser piedad sola,

no acompañéis la piedad

que os alargáis de manera

que no sé(¡ay de mi!), no sé

si ahora a buscarle fuera,

si adónde él está supiera.

Sale EL DEMONIO

DEMONIO

Ven, que yo te lo diré.

JUSTINA

¿Quién eres tú, que has entrado

hasta este retrete mío,

estando todo cerrado?

¿Eres monstruo que ha formado

mi confuso desvarío?

DEMONIO

No soy sino quien, movido

dese afecto que tirano

te ha postrado y te ha vencido,

hoy llevarte ha prometido

adonde está Ciprïano.

JUSTINA

Pues no lograrás tu intento;

que esta pena, esta pasión

que afligió mi pensamiento,

llevó la imaginación,

pero no el consentimiento.

DEMONIO

En haberlo imaginado,

hecho tienes la mitad:

pues ya el pecado es pecado

no pares la voluntad,

el medio camino andado.

JUSTINA

Desconfiarme es en vano,

aunque pensé; que aunque es llano

que el pensar es empezar,

no está en mi mano el pensar,

y está el obrar en mi mano.

Para haberte de seguir,

el pie tengo de mover,

y esto puedo resistir,

porque una cosa es hacer

y otracosa es discurrir.DEMONIO

Si una ciencia peregrina

en ti su poder esfuerza,

¿cómo has de vencer, Justina,

si inclina con tanta fuerza,

que fuerza al paso que inclina?

JUSTINA

Sabiéndome yo ayudar

del libre albedrío mío

DEMONIO

Forzarále mi pesar.

JUSTINA

No fuera libre albedrío

si se dejara forzar.

DEMONIO

Ven donde un gusto te espera.

...(Tira de ella, y no puede movella).

JUSTINA

Es muy costoso ese gusto.

DEMONIO

Es una paz lisonjera.

JUSTINA

Es un cautiverio injusto.

DEMONIO

Es dicha.

JUSTINA

Es desdicha fiera.

DEMONIO

¿Cómo te has de defender,(Tira más.)

si te arrastra mi poder?

JUSTINA

Mi defensa en Dios consiste.

DEMONIO

Venciste, mujer, venciste(Suéltala.)

con no dejarte vencer.

Mas ya que desta manera

de Dios estás defendida,

mi pena, mi rabia fiera

sabrá llevarte fingida,

pues no puede verdadera.

Un espíritu verás,

para este efecto no más,

que de tu forma se informa,

y en la fantástica forma

disfamada vivirás.

Lograr dos triunfos espero,

de tu virtud ofendido:

deshonrarte es el primero,

y hacer de un gesto fingido

un delito verdadero.(Vase.)

JUSTINA

Desa ofensa al cielo apelo,

porque desvanezca el cielo

la apariencia de mi fama,

bien como al aire la llama,

bien como la flor al hielo.

No podrás... Mas ¡ay de mí!,

¿a quién estas voces doy?

¿No estaba ahora un hombre aquí?

Sí. Mas no: yo sola estoy.

No. Mas sí, pues yo le vi.

¿Por dónde se fué tan presto?

¿Si le engendró mi temor?

Mi peligro es manifiesto. -

¡Lisandro, padre, señor!(A voces.)

¡Livia!

Salen(LISANDRO y LIVIA), cada uno por su puerta

LISANDRO

¿Qué es esto?

LIVIA

¿Qué es esto?

JUSTINA

¿Visteis un hombre(¡ay de mí!)

que ahora salió de aquí?

Mal mis desdichas resisto.

LISANDRO

¡Hombre aquí!

JUSTINA

¿No le habéis visto?

LIVIA

No, señora

JUSTINA

Pues yo sí.

LISANDRO

¿Cómo puede ser, si ha estado

todo este cuarto cerrado?

LIVIA

(Ap.) Sin duda que a Moscón vió,

que tengo encerrado yo

en mi aposento.

LISANDRO

Formado

cuerpo de tu fantasía

el hombre debió de ser;

que tu gran melancolía

le supo formar y hacer

de los átomos del día.

LIVIA

Mi señor tiene razón.

JUSTINA

No ha sido(¡ay de mí!) ilusión,

el mayor daño sospecho,

porque a pedazos el pecho

me arranca el corazón.

Algún hechizo mortal

se está haciendo contra mí,

y fuera el conjuro tal,

que, a no haber Dios, desde aquí

me dejara ir tras mi mal.

Mas él me ha de defender,

y no sólo del poder

desta tirana violencia

pero mi humilde inocencia

no ha de dejar padecer. -

Livia, el manto, porque en tanto

que padezco estos extremos.,

tengo de ir al templo santo,

que tan secreto tenemos

los fieles.

(Saca el manto, y póneselo; que le vea con él la gente)

LIVIA

Aquí está el manto.

JUSTINA

En él tengo de templar

este fuego que me abrasa.

LISANDRO

Yo te quiero acompañar.

LIVIA

(Ap.) Y yo volveré a alentar

en echándolos de casa.

JUSTINA

Pues voy a ampararme así

cielos, de vuestro favor,

(confío...)

LISANDRO

Vamos de aquí.

JUSTINA

Vuestra es la causa, Señor.

Volved por vos, y por mi.

Vanse las dos, y sale MOSCÓN, que está acechando

MOSCÓN

¿Fuéronse ya?

LIVIA

Ya se fueron

MOSCÓN

¡Con qué susto me tuvieron!

LIVIA

¿Es posible que salieras

del aposento, y vinieras

donde sus ojos te vieron?

MOSCÓN

¡Vive Dios que no he salido

un instante, Livia mía,

de donde estuve escondido!

LIVIA

Pues ¿quién el hombre sería?

MOSCÓN

El mismo diablo habrá sido.

¿Qué sé yo? No muestres ya

por eso, mi bien, enfado.

LIVIA

No es por eso.(Suspira.)

MOSCÓN

¿Qué será?

LIVIA

¿Qué pregunta, si ha que está

un día entero encerrado

conmigo? ¿No echa de ver(Llora.)

que habrá también menester

el otro, su confidente,

que llore hoy tenerle ausente,

pues no lloré en todo ayer?

¿Hase de pensar de mi

que mujer tan fácil fui,

que en medio año de ausencia,

falté a la correspondencia

que al ser quien soy ofrecí?

MOSCÓN

¿Qué es medio año? Un año entero

ha ya que pudo faltar.

LIVIA

Es engaño, pues infiero

que yo no debo contar

los días que no le quiero.

Y si de un año(¡ay de mi!)(Llorando.)

te di la mitad a ti,

fuera injuria muy cruel

contársele todo a él.

MOSCÓN

Cuando yo, ingrata, creí

que fuera tu voluntad

toda mía, ¡con piedad

haces cuentas!...

LIVIA

Sí, Moscón,

porque en fin, cuenta y razón

conserva [n] toda amistad.

MOSCÓN

Pues que tu constancia es tal,

adiós, Livia, hasta mañana.

Sólo te ruega mi mal

que, pues eres su terciana,

no seas su sincopal.

LIVIA

Ya tú ves que no hay en mi

malicia alguna.

MOSCÓN

Es así.

LIVIA

En todo hoy no me has de ver;

mas no sea menester

enviar mañana por ti.(Vanse).

Sale CIPRIANO, con asombro, y CLARÍN, acechando, tras él(en el bosque)

CIPRIANO

Sin duda se han rebelado

en los imperios cerúleos

las tropas de las estrellas,

pues me niegan sus influjos.

Comunidades ha hecho

todo el abismo profundo,

pues la obediencia no rinde

que me debe por tributo.

Una y mil veces el viento

estremezco a mis conjuros,

y una y mil veces la tierra

con mis caracteres sulco,

sin que me ofrezca a mis ojos

el humano sol que busco,

el cielo humano que espero

en mis brazos.

CLARÍN

Eso ¿es mucho?

Pues una y mil veces yo

hago en la tierra dibujos,

una y mil veces el viento

a puras voces aturdo,

y tampoco viene Livia.

CIPRIANO

Esta vez sola presumo

volver a invocarla. - Escucha,

bella Justina...

Sale LA QUE HACE A JUSTINA, con manto, como turbada, por una puerta, y éntrase huyendo por la otra, y va tras ella CIPRIANO turbado, y CLARÍN, turbado, dando vueltas, con miedo.

FIG. JUSTINA

Ya escucho;

que forzada de tus voces,

aquestos montes discurro.

¿Qué me quieres? ¿Qué me quieres,

Ciprïano?...

CIPRIANO

¡Estoy confuso!

FIG. JUSTINA

Y pues que ya...

CIPRIANO

¡Estoy absorto!

FIG. JUSTINA

he venido...

CIPRIANO

¿Qué me turbo?

FIG. JUSTINA

de la suerte...

CIPRIANO

¿Qué me espanto?

FIG. JUSTINA

que me halló el amor...

CIPRIANO

¿Qué dudo?

FIG. JUSTINA

donde me llamas...

CIPRIANO

¿Qué temo?

FIG. JUSTINA

y asícon la fuerza cumplo

del encanto, a lo intrincado

del monte tu vista huyo.

(Cúbrese el rostro con el manto, y vase.)

CIPRIANO

Espera, aguarda, Justina.

Mas ¿qué me asombro y discurro?

Seguiréla, y este monte

donde mi ciencia la trujo,

teatro será frondoso,

ya que no tálamo rudo,

del más prodigioso amor

que ha visto el cielo.(Vase.)

CLARÍN

Abernuncio

de mujer que viene a ser

novia, y viene oliendo a humo.

del encanto lo absoluto

soplando alguna colada,

o cociendo algún menudo.

Mas no: ¡en cocina y con manto!

De otra suerte la disculpo.

Sin duda debe de ser

(ahora he dado en el punto;

que una honrada nunca huele

mejor) cogida de susto.

Ya la ha alcanzado, y con ella,

de aqueste valle en lo inculto

luchando a brazos enteros

(que a brazos partidos, juzgo

que hiciera mal en luchar

el amante más forzudo),

a este mismo sitio vuelven.

Desde aquí acechar procuro;

que deseo saber cómo

se hace una fuerza en el mundo.

Escóndese, y sale CIPRIANO, trayendo abrazada una persona cubierta con manto, y con vestido parecido al de JUSTINA, que es fácil siendo negro este manto y vestidos, y han de venir de suerte que con facilidad se quite todo y quede un esqueleto, que ha de volar o hundirse, como mejor pareciere, como se haga con velocidad; si bien será mejor desaparecer por el viento.

Desaparece, y sale CLARÍN huyendo, y abrázase con él CIPRIANO

CIPRIANO

Ya, bellísima Justina,

en este sitio, que oculto,

ni el sol le penetra a rayos,

ni a soplos el aire puro,

ya es trofeo tu belleza

de mis mágicos estudios;

que por conseguirte, nada

temo, nada dificulto.

El alma, Justina bella,

me cuestas; pero ya juzgo,

siendo tan grande el empleo,

que no ha sido el precio mucho.

Corre a la deidad el velo

no entre pardos, ni entre oscuros

celajes se esconda el sol;

sus rayos ostente rubios.

(Descúbrela y ve el cadáver).

Mas ¡ay, infeliz!, ¿qué veo?

¡Un yerto cadáver mudo

entre sus brazos me espera!

¿Quién en un instante pudo

en facciones desmayadas

de lo pálido y caduco,

desvanecer los primores

de lo rojo y lo purpúreo?

ESQUEL.

Así, Ciprïano, son

todas las glorias del mundo.

Desaparece, y sale CLARÍN huyendo, y abrázase con él CIPRIANO

CLARÍN

Si alguien ha menester miedo,

yo tengo un poco y un mucho.

CIPRIANO

Espera, fúnebre sombra.

Ya con otro fin te busco.

CLARÍN

Pues yo soy fúnebre cuerpo.

¿No echas de ver en el bulto?

CIPRIANO

¿Quién eres?

CLARÍN

Yo estoy de suerte,

que aun quién soy creo que dudo.

CIPRIANO

¿Viste en lo raro del viento,

o del centro en lo profundo,

yerto un cádaver, dejando

en señas de polvo y humo

desvanecida la pompa

que llena de adornos trujo?

CLARÍN

¿Ahora sabes que estoy

sujeto a los infortunios

de acechador?

CIPRIANO

¿Qué se hizo?

CLARÍN

Deshízose luego al punto.

CIPRIANO

Busquémosle.

CLARÍN

No busquemos.

CIPRIANO

Sus desengaños procuro.

CLARÍN

Yono, señor.

Sale EL DEMONIO

DEMONIO

(Ap.) ¡Justos cielos!

Si juntas un tiempo tuvo

mi ser la ciencia y la gracia

cuando fuí espíritu puro,

la gracia sola perdí,

la ciencia no. ¿Cómo injustos,

si esto es así, de mis ciencias

aun no me dejáis el uso?

CIPRIANO

¡Lucero, sabio maestro!(Sin verle.)

CLARÍN

No le llames; que presumo

que venga en otro cadáver.

DEMONIO

¿Qué me quieres?

CIPRIANO

Que del mucho

horror que padezco absorto,

rescates hoy mi discurso.

CLARÍN

Yo, que no quiero rescates,

por este lado me escurro.(Vase.)

CIPRIANO

Apenas sobre la tierra

herida, acentos pronuncio,

cuando en la acción que allá estaba

Justina, divino asunto

de mi amor y mi deseo...

Pero ¿para qué procuro

contarte lo que ya sabes?

Vino, abracéla, y al punto

que la descubro(¡ay de mi!),

en su belleza descubro

un esqueleto, una estatua,

una imagen, un trasunto

de la muerte, que en distintas

voces me dijo(¡oh qué susto!):

"Así, Ciprïano, son

todas las glorias del mundo".

Decir que en la magia tuya,

por mi ejecutada, estuvo

el engaño, no es posible;

porque yo, punto por punto

la obré, sin que errar pudiese

de sus caracteres mudos

una línea, ni una voz

de sus mortales conjuros.

Luego tú me has engañado

cuando yo los ejecuto,

pues sólo fantasmas hallo

adónde hermosuras busco.

DEMONIO

Ciprïano, ni hubo en ti

defecto, ni en mi le hubo:

en ti, supuesto que obraste

el encanto con agudo

ingenio; en mí, pues el mío

te enseñó en él cuanto supo.

El asombro que has tocado,

más superior causa tuvo.

Mas no importará; que yo

que tu descanso procuro,

te haré dueño de Justina

por otros medios más justos.

CIPRIANO

No es ése mi intento ya;

este espanto me ha dejado,

que no quiero medios tuyos.

Y así, pues que no has cumplido

las condiciones que puso

mi amor, sólo de ti quiero,

ya que de tu vista huyo,

que mi cédula me vuelvas,

pues es el contrato nulo.

DEMONIO

Yo te dije que te había

de enseñar en este estudio

ciencias que atraer pudiesen,

de tus voces al impulso,

a Justina; y pues el viento

aquí a Justina te trujo

válido ha sido el contrato,

y yo mi palabra cumplo.

CIPRIANO

Tú me ofreciste que había

de coger mi amor el fruto

que sembraba mi esperanza

por estos montes incultos.

DEMONIO

Yo me obligué, Ciprïano

sólo a traerla.

CIPRIANO

Eso dudo

que a dármela te obligaste.

DEMONIO

Yo la vi en los brazos tuyos.

CIPRIANO

Fué una sombra.

DEMONIO

Fué un prodigio.

CIPRIANO

¿De quién?

DEMONIO

De quien se dispuso

a ampararla.

CIPRIANO

¿Y cúyo fué?

DEMONIO

No quiero decirte cúyo.(Temblando.)

CIPRIANO

Valdréme yo de mis ciencias.

contra ti. Yo te conjuro

que quién ha sido me digas.

DEMONIO

Un Dios, que a su cargo tuvo

a Justina.

CIPRIANO

Pues ¿qué importa

sólo un Dios, puesto que hay muchos?

DEMONIO

Tiene éste el poder de todos.

CIPRIANO

Luego solamente es uno,

pues con una voluntad

obra más que todos juntos.

DEMONIO

No sé nada, no sénada. 640CIPRIANO

Ya todo el pacto renuncio,

que hice contigo; y en nombre

de aquese Dios te pregunto:

¿Qué le ha obligado a ampararla?

DEMONIO

(Haciéndose fuerza por no decillo).

Guardar su honor limpio y puro.

CIPRIANO

Luego ése es suma bondad,

pues que no permite insulto.

Mas ¿qué perdiera Justina,

si aquí se quedara oculto?

DEMONIO

Su honor, si lo adivinara

por sus malicias el vulgo.

CIPRIANO

Luego ese Dios todo es vista,

pues vió los daños futuros.

Pero ¿no pudiera ser

el encanto tan sumo

que no pudiera vencerle?

DEMONIO

No, que su poder es mucho.

CIPRIANO

Luego ese Dios todo es manos,

pues que cuanto quiso pudo.

Dime, ¿quién es ese Dios,

en quien he topado juntos

ser una suma bondad,

ser un poder absoluto,

todo vista y todo manos.

que ha tantos años que busco?

DEMONIO

No lo sé.

CIPRIANO

Dime quién es.

DEMONIO

¡Con cuánto horror lo pronuncio!

Es el Dios de los cristianos.

CIPRIANO

¿Qué es lo que moverle pudo

contra mí?

DEMONIO

Serlo Justina.

CIPRIANO

¿Pues tanto ampara a los suyos?

DEMONIO

Sí, mas ya es tarde, ya es tarde.

para hallarle tú, si juzgo

que siendo tú esclavo mío,

no has de ser vasallo suyo.(Con rabia.)

CIPRIANO

¡Yo tu esclavo!

DEMONIO

En mi poder

tu firma está.

CIPRIANO

Ya presumo

cobrarla de ti, pues fué

condicional, y no dudo

quitártela.

DEMONIO

¿De qué suerte?

CIPRIANO

Desta suerte.

(Saca la espada, tírale y no le topa).

DEMONIO

Aunque desnudo

el acero contra mi

esgrimas fiero y sañudo,

no me herirás; y porque

desesperen tus discursos,

quiero que sepas que ha sido

el demonio dueño tuyo.

CIPRIANO

¡Qué dices!

DEMONIO

Que yo lo soy.

CIPRIANO

¡Con cuanto asombro te escucho!

DEMONIO

Para que veas, no sólo

que esclavo eres, pero cúyo.

CIPRIANO

¡Esclavo yo del demonio!

¿Yo de un dueño tan injusto?

DEMONIO

Sí, que el alma me ofreciste,

y es mía desde aquel punto.

CIPRIANO

¿Luego no tengo esperanza,

favor, amparo o recurso,

que tanto delito pueda

borrar?

DEMONIO

No.

CIPRIANO

Pues ya ¿qué dudo?

No ociosamente en mi mano

esté aqueste acero agudo;

pasándome el pecho, sea

mi voluntario verdugo.

Mas ¿qué digo? Quien de tí

librar a Justina pudo,

¿a mi no podrá librarme?

DEMONIO

No, que es contra ti tu insulto,

y Él no ampara los delitos;

las virtudes sí.

CIPRIANO

Si es sumo

su poder, el perdonar

y el premiar será en Él uno.

DEMONIO

También lo será el premiar

y el castigar, pues es justo.

CIPRIANO

Nadie castiga al rendido:

yo lo estoy, pues le procuro.

DEMONIO

Eres mi esclavo, y no puedes

ser de otro dueño.

CIPRIANO

Eso dudo.

DEMONIO

¿Cómo estando en mi poder

la firma que, con dibujos

de tu sangre, escrita tengo?

CIPRIANO

El que es poder absoluto,

y no depende de otro,

vencerá mis infortunios.

DEMONIO

¿De qué suerte?

CIPRIANO

Todo es vista,

y verá el medio oportuno.

DEMONIO

Yo la tengo.

CIPRIANO

Todo es manos:

Él sabrá romper los nudos.

DEMONIO

Dejaréte yo primero

entre mis brazos difunto.(Luchan.)

CIPRIANO

¡Grande Dios de los cristianos!,

a ti en mis penas acudo.

DEMONIO

(Arrójalo de sus brazos).

Ése te ha dado la vida.

CIPRIANO

Más me ha dedar, pues le busco.

Vase cada uno por su puerta, y salen EL GOBERNADOR y su gente, y FABIO haga relación, sin barba(en el palacio del Gobernador).

GOBERN.

¿Cómo ha sido la prisión?

FABIO

Todos en su iglesia estaban

escondidos, donde daban

a su Dios adoración.

Llegué con armadas gentes,

toda la casa cerqué,

prendílos, y los llevé

a cárceles diferentes;

y el suceso, en fin, concluyo

con decir que en esta ruina.

prendí a la hermosa Justina

y a Lisandro, padre suyo.

GOBERN.

Pues si riquezas codicias,

puestos, honores y más,

¿cómo esas nuevas me das,

Fabio, sin pedirme albricias?

FABIO

Si así estimas mis sucesos,

las que me has de dar no ignoro.

GOBERN.

Di.

FABIO

La libertad de Floro

y Lelio, que tienes presos.

GOBERN.

Aunque yo con su castigo

parece que escarmentar

quise todo este lugar,

si la verdad, Fabio, digo,

otra es la causa por qué

presos han vivido un año,

y es que así de Lelio el daño

como padre aseguré.

Floro, su competidor,

tiene deudos poderosos:

y estando los dos celosos

y empeñados en su amor,

temí que habían de volver

otra vez a la cuestión;

y hasta quitar la ocasión,

no me quise resolver.

Con este intento buscaba

algún color con que echar

a Justina del lugar;

pero nunca le encontraba.

Y pues su virtud fingida,

no sólo ocasión me da

hoy de desterrarla ya,

mas de quitarle la vida,

no estén más presos; y así,

a sus prisiones irás,

y con brevedad traerás

a Lelio y a Floro aquí,

FABIO

Beso mil veces tus pies

por merced tan peregrina.(Vase.)

GOBERN.

Ya está en mi poder Justina,

presa y convencida: pues

¿qué espera mi rabia fiera,

que ya en ella no ha vengado

los enojos que me ha dado?

A sangrientas manos muera

de un verdugo. - Vos, mirad...

(A un criado.)

que aquí la traigáis os mando

hoy a la vergüenza, dando

escándalo en la ciudad;

porque si en palacio está,

nada a darla vida baste.

Salen FABIO, LELIO Y FLORO.

FABIO

Los dos por quien enviaste

están a tus plantas ya.

LELIO

Yo, que al fin sólo deseo

parecer tu hijo esta vez,

no te miro como juez,

con los temores de reo;

sino como padre airado,

con los temores de hijo

obediente.

FLORO

Y yo colijo,

viéndote de ti llamado,

que es para darme, señor,

castigos que no merezco.

Pero a tus plantas me ofrezco.

GOBERN.

Lelio, Floro, mi rigor

justo con los dos ha sido,

porque si no os castigara,

padre, no juez me mostrara

Pero teniendo entendido

que en los nobles no duró

nunca el enojo, y que ya

quitada la causa está,

intento piadoso yo

haceros amigos luego.

En muestras de la amistad,

aquí los brazos os dad.

LELIO

Yo el venturoso a ser llego

en ser hoy de Floro amigo.

FLORO

Y yo de que lo seré

doy mano y palabra.

GOBERN.

En fe

deso, a libraros me obligo,

que siel desengaño toco

que de vuestro amor tenéis,

no dudo que lo seréis.

(Dentro)

¡Guarda el loco, guarda el loco!

GOBERN.

¿Qué es esto?

LELIO

Yo lo iré a ver.

(Llega a la puerta, y vuelve luego).

GOBERN.

En palacio tanto ruido,

¿de qué puede haber nacido?

FLORO

Gran causa debe de ser.

LELIO

Aqueste ruido, señor,

(escucha un raro suceso),

es Ciprïano, que al cabo

de tantos días ha vuelto

loco y sin juicio a Antioquía.

FLORO

Sin duda que de su ingenio

la sutileza le tiene

en aqueste estado puesto.

TODOS

¡Guarda el loco, guarda el loco!

CIPRIANO

Nunca yo he estado más cuerdo;

que vosotros sois los locos

GOBERN.

Ciprïano, ¿pues qué es esto?

CIPRIANO

Gobernador de Antioquía,

virrey del gran césar Decio,

Floro y Lelio, de quien fuí

amigo tan verdadero,

nobleza ilustre, gran plebe,

estadme todos atentos;

que por hablaros a todos

juntos, a palacio vengo.

Yo soy Ciprïano, yo

por mi estudio y por mi ingenio

fuí asombro de las escuelas,

fuí de las ciencias portento.

Lo que de todas saqué,

fué una duda, no saliendo

jamás de una duda sola

confuso en mi entendimiento.

Vi a Justina, y en Justina

ocupados mis afectos,

dejé a la docta Minerva

por la enamorada Venus.

De su virtud despedido,

mantuve mis sentimientos,

hasta que mi amor, pasando

de un extremo en otro extremo,

a un huésped mío, que el mar

le dió mis plantas por puerto,

por Justina ofrecí el alma,

porque me cautivó a un tiempo

el amor con esperanzas,

y con ciencias el ingenio.

De éste discípulo he sido,

esas montañas viviendo,

a cuya docta fatiga

tanta admiración le debo,

que puedo mudar los montes

desde un asiento a otro asiento;

y aunque puedo estos prodigios

hoy ejecutar, no puedo

atraer una hermosura

a la voz de mi deseo.

La causa de no poder

rendir este monstruo bello,

es que hay un Dios que la guarda,

en cuyo conocimiento

he venido a confesarle

por el más sumo y inmenso.

El gran Dios de los cristianos

es el que a voces confieso;

que aunque es verdad que yo ahora

esclavo soy del infierno,

y que con mi sangre misma

hecha una cédula tengo,

con mi sangre he de borrarla

en el martirio que espero.

Si eres juez, si a los cristianos

persigues duro y sangriento,

yo lo soy; que un venerable

anciano, en el monte mesmo

el carácter me imprimió

que es su primer sacramento

Ea, pues, ¿qué aguardas? Venga

el verdugo, y de mi cuello

la cabeza me divida,

o con extraños tormentos

acrisola mi constancia;

que yo rendido y resuelto

a padecer dos mil muertes

estoy, porque a saber llego

que sin el gran Dios que busco,

que adoro y que reverencio,

las humanas glorias son

polvo, humo, ceniza y viento.

(Déjase caer boca abajo en el suelo).

GOBERN.

Tan absorto, Ciprïano,

me deja tu atrevimiento,

que imaginando castigos,

a ninguno me resuelvo.

Levántate.(Pisándole.) FLORO

Desmayado,

es una estatua de hielo.

Sacan presa a JUSTINA.

CRIADO

Aquí está, señor, Justina.

GOBERN.

(Ap.) Verla la cara no quiero. -

Con ese vivo cadáver

todos sola la dejemos;

porque cerrados los dos,

quizá mudarán de intento,

viéndose morir el uno

al otro; o sañudo y fiero,

si no adoraren mis dioses,

morirán con mil tormentos.(Vase.)

LELIO

Entre el amor y el espanto

confuso voy y suspenso.(Vase.)

FLORO

Tanto tengo que sentir,

que no sé qué es lo que siento.(Vase.)

JUSTINA

¿Todos os vais sin hablarme?

Cuando yo contenta vengo

a morir, ¡aun no me dais

muerte, porque la deseo!

(Yendo tras ellos, ve a CIPRIANO.)

Mas sin duda es mi castigo,

cerrada en este aposento,

darme muerte dilatada,

acompañada de un muerto 945,

pues sólo un cadáver me hace

compañía. ¡Oh tú, que al centro

de donde saliste vuelves!

¡Dichoso tú, si te ha puesto

en este estado la fe

que adoro!

CIPRIANO

Monstruo soberbio,

¿qué aguardas, que no desatas

mi vida en?...(Vela, y Levántase.)

¡Válgame el cielo!

JUSTINA

(Ap.) ¿No es Ciprïano el que veo?

CIPRIANO

(Ap.) Mas no es ella, que en el aire

la finge mi pensamiento.

JUSTINA

(Ap.) Mas no es él: por divertirme,

fantasmas me finge el viento.

CIPRIANO

Sombra de mi fantasía...

JUSTINA

Ilusión de mi deseo...

CIPRIANO

Asombro de mis sentidos...

JUSTINA

Horror de mis pensamientos...

CIPRIANO

¿Qué me quieres?

JUSTINA

¿Qué me quieres?

CIPRIANO

Ya no te llamo. ¿A qué efecto

vienes?

JUSTINA

¿A qué efecto tú

me buscas? Ya en ti no pienso.

CIPRIANO

Yo no te busco, Justina.

JUSTINA

Ni yo a tu llamada vengo.

CIPRIANO

Pues ¿cómo estás aquí?

JUSTINA

Presa.

¿Y tú?

CIPRIANO

También estoy preso.

Pero tu virtud, Justina;

dime, ¿qué delito ha hecho?

(Cóbranse tos dos.)

JUSTINA

No es delito, pues ha sido

por el aborrecimiento

de la fe de Cristo, a quien

como a mi Dios reverencio.

CIPRIANO

Bien se lo debes, Justina;

que tienes un Dios tan bueno,

que vela en defensa tuya.

Haz tú que escuche mis ruegos.

JUSTINA

Si hará, si con fe le llamas.

CIPRIANO

Con ella le llamo; pero

aunque dél no desconfío,

mis extrañas culpas temo.

JUSTINA

Confía.

CIPRIANO

¡Ay, que inmensos son

mis delitos!

JUSTINA

Más inmensos

son sus favores.

CIPRIANO

¿Habrá

para mí perdón?

JUSTINA

Es cierto.

CIPRIANO

¿Cómo, si el alma he entregado

al demonio mismo, en precio

de tu hermosura?

JUSTINA

No tiene

tantas estrellas el cielo

tantas arenas el mar,

tantas centellas el fuego

tantos átomos el día,

ni tantas plumas el viento

como Él perdona pecados.

CIPRIANO

Así, Justina, lo creo

Y por Él daré mil vidas.

Pero la puerta han abierto.

(Saca FABIO presos a MOSCÓN, CLARÍN Y LIVIA).

FABIO

Entrad, que con vuestros amos

aquí habéis de quedar presos.

LIVIA

Si ellos quieren ser cristianos,

¿acá que culpa tenemos?

MOSCÓN

Mucha; que los que servimos

harto gran delito hacemos.

CLARÍN

Huyendo del monte, vine

de un riesgo a dar a otro riesgo.

(Sale UN CRIADO).

CRIADO

A Justina y a Ciprïano

el gobernador Aurelio

llama.

JUSTINA

¡Feliz yo mil veces

si es para el fin que deseo! -

No [te] acobardes, Ciprïano.

CIPRIANO

Fe, valory ánimo tengo

que si de mi esclavitud

la vida ha de ser el precio,

quien el alma dió por tí,

¿qué hará en dar por Dios el cuerpo?

JUSTINA

Que en la muerte te querría

dije: Y pues a morir llego

contigo, Ciprïano, ya

cumplí mis ofrecimientos.

(Vanse, y queda los tres solos)

MOSCÓN

¡Qué contentos a morir

van!

LIVIA

[Y] mucho más contentos,

los tres a vivir quedamos.

CLARÍN

No mucho; que falta un pleito

que averiguar; y aunque aquesta

no es ocasión, por si luego

no hay lugar, no será justo

que echemos a mal el tiempo.

MOSCÓN

¿Qué pleito es ése?

CLARÍN

Yo he estado

ausente...

LIVIA

Di.

CLARÍN

Un año entero,

y un año Moscón ha sido

sin mi intermisión tu dueño;

y a rata por cantidad,

para que iguales estemos,

otro año has de ser mía.

LIVIA

¿Pues de mí presumes eso,

que había de hacerte ofensa?

Los días lloraba enteros

que me tocaba llorar.

MOSCÓN

Y yo soy testigo dello;

que el día que no era mía.

guarde a tu amistad respeto.

CLARÍN

Eso es falso, porque hoy

no lloraba cuando dentro

de su casa entré, y con ella

estabas tú muy de asiento.

LIVIA

No era hoy día de plegaria.

CLARÍN

Si era, que, si bien me acuerdo,

el día que me ausenté

era mío.

LIVIA

(Ese fué yerro).

MOSCÓN

Ya sé en lo que el yerro ha estado,

Este fué año bisiesto

y fueron pares los días.

CLARÍN

Yo me doy por satisfecho,

porque no lo ha de apurar

todo el hombre. - Mas ¿qué es esto?

Suena gran ruido de tempestad, y salen TODOS, alborotados

LIVIA

La casa se viene abajo.

MOSCÓN

¡Qué confusión! ¡Qué portento!

GOBERN.

Sin duda se ha desplomado

la máquina de los cielos.

(Durante la tempestad).

FABIO

Apenas en el cadalso

cortó el verdugo los cuellos

de Ciprïano y de Justina.

cuando hizo sentimiento

toda la tierra.

LELIO

Una nube

de cuyo abrasado seno

abortos horribles son

los relámpagos y truenos,

sobre nosotros cae.

FLORO

Della

un disforme monstruo horrendo

en las escamadas conchas

del una sierpe sale, y puesto

sobre el cadalso, parece

que nos llama a su silencio.

Esto se haga como mejor pareciere; el cadalso se descubrirá con las cabezas y cuerpos, y EL DEMONIO en alto.

DEMONIO

Oíd, mortales, oíd

lo que me mandan los cielos

que en defensa de Justina

haga a todos manifiesto.

Yo fuí quien, por disfamar

su virtud, formas fingiendo,

su casa escalé, y entré

hasta su mismo aposento;

porque nunca padezca

su honesta fama desprecios,

a restituir su honor

de aquesta manera vengo.

Ciprïano, que con ella

yace en feliz monumento,

fué mi esclavo; mas borrando

con la sangre de su cuello

la cédula que me hizo,

ha dejado en blanco el lienzo;

y los dos, a mi pesar,

a las esferas subiendo

del sacro solio de Dios,

viven en mejor imperio.

Ésta es la verdad, y yo

la digo, porque Dios mesmo

me fuerza a que yo la diga,

tanpoco enseñado a hacerlo.

(Cae velozmente y húndese).

LELIO

¡Qué asombro!

FLORO

¡Qué confusión!

LIVIA

¡Qué prodigio!

TODOS

¡Qué portento!

GOBERN.

Todos éstos son encantos

que aqueste mágico ha hecho

en su muerte.

FLORO

Yo no sé

si los dudo o si los creo.

LELIO

A mí me admira el pensarlos.

CLARÍN

Yo solamente resuelvo

que, si él es mágico, ha sido

el mágico de los cielos.

MOSCÓN

Pues dejando en pie la duda

del bien partido amor nuestro,

al Mágico prodigioso

pedid perdón de los yerros.

FIN DE EL MÁGICO PRODIGIOSO