Lorca, Federico García

"Primeras canciones"

Remansos

I. Remanso

Ciprés.

(Agua estancada)

Chopo.

(Agua cristalina)

Mimbre.

(Agua profunda)

Corazón.

(Agua de pupila)

II. Remansillo

Me miré en tus ojos

pensando en tu alma.

Adelfa blanca.

Me miré en tus ojos

pensando en tu boca.

Adelfa roja.

Me miré en tus ojos.

¡Pero estabas muerta!

Adelfa negra.

III. Variación

El remanso del aire

bajo la rama del eco.

El remanso del agua

bajo fronda de luceros.

El remanso de tu boca

bajo espesura de besos.

IV. Remanso, canción final

Ya viene la noche.

Golpean rayos de luna

sobre el yunque de la tarde.

Ya viene la noche.

Un árbol grande se abriga

con palabras de cantares.

Ya viene la noche.

Si tú vinieras a verme

por los senderos del aire.

Ya viene la noche.

Me encontrarías llorando

bajo los álamos grandes.

¡Ay morena!

Bajo los álamos grandes.

Media luna

La luna va por el agua.

¡Cómo está el cielo tranquilo!

Va segando lentamente

el temblor viejo del río

mientras que una rama joven

la toma por espejito.

Cuatro baladas amarillas

I

En lo alto de aquel monte

un arbolito verde.

Pastor que vas,

pastor que vienes.

Olivares soñolientos

bajan al llano caliente.

Pastor que vas,

pastor que vienes.

Ni ovejas blancas ni perro

ni cayado ni amor tienes.

Pastor que vas.

Como una sombra de oro,

en el trigal te disuelves.

Pastor que vienes.

II

La tierra estaba

amarilla.

Orillo, orillo,

pastorcillo.

Ni luna blanca

ni estrella lucían.

Orillo, orillo,

pastorcillo.

Vendimiadora morena

corta el llanto de la viña.

Orillo, orillo,

pastorcillo.

III

Dos bueyes rojos

en el campo de oro.

Los bueyes tienen ritmo

de campanas antiguas

y ojos de pájaro.

Son para las mañanas

de niebla, y sin embargo

horadan la naranja

del aire, en el verano.

Viejos desde que nacen

no tienen amo

y recuerdan las alas

de sus costados.

Los bueyes

siempre van suspirando

por los campos de Ruth

en busca del vado,

del eterno vado,

borrachos de luceros

a rumiarse sus llantos.

Dos bueyes rojos

en el campo de oro.

IV

Sobre el cielo

de las margaritas ando.

Yo la imagino esta tarde

que soy santo.

Me pusieron la luna

en las manos.

Yo la puse otra vez

en los espacios

y el Señor me premió

con la rosa y el halo.

Sobre el cielo

de las margaritas ando.

Y ahora voy

por este campo

a librar a las niñas

de galanes malos

y dar monedas de oro

a todos los muchachos.

Sobre el cielo

de las margaritas ando.

Palimpsestos

Ciudad

Sobre el cielo

El bosque centenario

penetra en la ciudad,

pero elbosque está dentro

del mar.

Hay flechas en el aire

y guerreros que van

perdidos entre ramas

de coral.

Sobre las casas nuevas

se mueve un encinar

y tiene el cielo enormes

curvas de cristal.

Corredor

Por los altos corredores

se pasean dos señores.

(Cielo

nuevo.

¡Cielo

azul!)

... se pasean dos señores

que antes fueron blancos monjes.

(Cielo

medio.

¡Cielo

morado!)

... se pasean dos señores

que antes fueron cazadores.

(Cielo

viejo.

¡Cielo

de oro!)

... se pasean dos señores

que antes fueron...

Noche.

Primera página

A Isabel Clara, mi ahijada.

Fuente clara.

Cielo claro.

¡Oh, cómo se agrandan

los pájaros!

Cielo claro.

Fuente clara.

¡Oh, cómo relumbran

las naranjas!

Fuente.

Cielo.

¡Oh, cómo el trigo

es tierno!

Cielo.

Fuente.

¡Oh, cómo el trigo

es verde!

Claro de reloj

Me senté

en un claro del tiempo.

Era un remanso

de silencio,

de un blanco silencio,

anillo formidable

donde los luceros

chocaban con los doce flotantes

números negros.

Cautiva

Por las ramas

indecisas

iba una doncella

que era la vida.

Por las ramas

indecisas.

Con un espejito

reflejaba el día

que era un resplandor

de su frente limpia.

Por las ramas

indecisas.

Sobre las tinieblas

andaba perdida,

llorando rocío,

del tiempo cautiva.

Por las ramas

indecisas.