
La ley contra el desperdicio regula principalmente actividades relacionadas con la promoción y la venta de comida, que están al final de la cadena alimentaria, y castiga a los sectores de servicios de comida y de medios con multas por engañar a los consumidores o fomentar el desperdicio de comida. Por lo tanto, las "transmisiones de gente comiendo" se han convertido en el principal objetivo de la ley.